Imagen: Lázaro Saavedra |
Tenemos a Elaine, blogger cubana, que da por sentando que su abuelo no necesita Internet. Lamentablemente no es la única. El otro día una persona me aseguraba que para un campesino cubano la Internet no es prioritaria. ¿Qué es lo prioritario? Sin dudas en la Edad Media la electricidad no lo era y para el hombre del Cro-Magnon eso que hoy se llama “productos de primera necesidad” estaba ligeramente sobrecargado. ¿Por qué nos empeñamos en ponerle fronteras al bienestar humano? Me pregunto cuál es el problema de asumir el acceso a Internet como un derecho ciudadano en el siglo XXI. Si el campesino se conecta para hacer un estudio de mercado de los nuevos fertilizantes para la tierra o para chatear en un chico-busca-chica es intrascendental: lo trascendental es su derecho a tener acceso a la Red de Redes y lo que ello representa para su vida personal. Cualquier “suposición” sobre lo que el campesino debería hacer en Google o en el surco se llama control sobre el libre arbitro ajeno, la elección personal y la libertad individual.
Por supuesto que reducir los niveles de pobreza a nivel mundial es perentorio, pero sinceramente no veo la relación entre ello y el derecho de los cubanos a tener cuentas privadas de acceso a Internet. La desigualdad social del mundo no justifica que Raúl Castro haya decidido que yo no puedo abrir mi Facebook a la hora que me dé la gana. ¿No es obvio o me estoy volviendo loca?