martes, 19 de julio de 2011

Largas vacaciones y mi primer cuento

terreno
Foto: Claudio Fuentes Madan
Llevo semanas de debate conmigo misma sobre tomarme seriamente un descanso de Octavo Cerco. No me quiero poner melodramática pero resulta sorprendente cómo lo que empezó como un ejercicio de libertad personal se me ha ido transformando en una tremenda responsabilidad. No me gusta que sea así. Quiero escribir porque necesito mi cable a tierra y no porque llevo una semana sin publicar.

Terminado mi debate personal, he llegado a la elemental conclusión de que es hora de descansar. Entre el gobierno, el verano y la isla casi pierdo la calma la semana pasada. No puede ser. Voy a dormir 12 horas diarias y a tratar de dejar de fumar, voy a descansar del Noticiero Nacional de Televisión y del Periódico Granma (estas dos últimas medidas me son imperativas) y voy a terminar mi segundo cuento.

Mientras tanto pido disculpas y comprensión a todos (los trolls y demás alimañas de la red: no se chupen los dedos, sólo es un descansito) y les dejo Pavimento, mi primer cuentecito, publicado en el número 8 de la revista Voces, bajo el seudónimo de Dalila Douceca.
PAVIMENTO - Voces 8

sábado, 2 de julio de 2011

Dame luz

vista

Tan acostumbrada estoy a la falta de información en nuestros medios que cuando escucho una noticia, no ya de actualidad nacional o internacional –que no se puede pedir tanto– sino algo tan simple y útil como las reparaciones que ocasionarán cortes eléctricos o escases de agua potable en determinadas zonas de la ciudad, me sorprendo. Aclaro, de paso, que este tipo de información –altamente ventajosa para facilitarle la vida a los ciudadanos– sólo es emitida por el canal Habana. Lamentablemente desde mi casa no logro sincronizarlo y estoy obligada a verlo cuando estoy en casa de amigos.

Hace unas semanas escuché por primera vez en el noticiero una detallada explicación sobre la falta de agua que sufriríamos los habitantes de La Habana, sobre todo en los barrios céntricos y por supuesto en el Vedado, donde vivo yo. Hasta me puse contenta, porque tan mal nos han tratado siempre que el hecho de anunciar la falta de agua potable durante una determinada cantidad de horas se agradece. De manera general te levantas un día por la mañana y no tienes gas, o agua, o electricidad, y no sabes por qué, con suerte te enteras, varias horas después, de la causa de la falta.

Me preparé, obviamente, para el día siguiente y llené mis reservas: cubitos y pomos plásticos adornaron mi cocina y mi baño para soportar de la mejor manera posible la ausencia del líquido vital. Sin embargo al amanecer me sorprendió encontrar agua en la pila, y a media mañana –que nadie se crea que en Cuba uno deja de sorprenderse– se fue la luz y no regresó hasta la madrugada del día siguiente. No logré enterarme de la causa del corte eléctrico, supongo que no sean las mismas reparaciones que supuestamente me privarían del agua. En fin, ya ni siquiera lamento no poder escuchar las informaciones concernientes a las faltas que nos tocan, prefiero el desconcierto a cargar cubos cuando debo comprar velas.