jueves, 18 de agosto de 2011

martes, 19 de julio de 2011

Largas vacaciones y mi primer cuento

terreno
Foto: Claudio Fuentes Madan
Llevo semanas de debate conmigo misma sobre tomarme seriamente un descanso de Octavo Cerco. No me quiero poner melodramática pero resulta sorprendente cómo lo que empezó como un ejercicio de libertad personal se me ha ido transformando en una tremenda responsabilidad. No me gusta que sea así. Quiero escribir porque necesito mi cable a tierra y no porque llevo una semana sin publicar.

Terminado mi debate personal, he llegado a la elemental conclusión de que es hora de descansar. Entre el gobierno, el verano y la isla casi pierdo la calma la semana pasada. No puede ser. Voy a dormir 12 horas diarias y a tratar de dejar de fumar, voy a descansar del Noticiero Nacional de Televisión y del Periódico Granma (estas dos últimas medidas me son imperativas) y voy a terminar mi segundo cuento.

Mientras tanto pido disculpas y comprensión a todos (los trolls y demás alimañas de la red: no se chupen los dedos, sólo es un descansito) y les dejo Pavimento, mi primer cuentecito, publicado en el número 8 de la revista Voces, bajo el seudónimo de Dalila Douceca.
PAVIMENTO - Voces 8

sábado, 2 de julio de 2011

Dame luz

vista

Tan acostumbrada estoy a la falta de información en nuestros medios que cuando escucho una noticia, no ya de actualidad nacional o internacional –que no se puede pedir tanto– sino algo tan simple y útil como las reparaciones que ocasionarán cortes eléctricos o escases de agua potable en determinadas zonas de la ciudad, me sorprendo. Aclaro, de paso, que este tipo de información –altamente ventajosa para facilitarle la vida a los ciudadanos– sólo es emitida por el canal Habana. Lamentablemente desde mi casa no logro sincronizarlo y estoy obligada a verlo cuando estoy en casa de amigos.

Hace unas semanas escuché por primera vez en el noticiero una detallada explicación sobre la falta de agua que sufriríamos los habitantes de La Habana, sobre todo en los barrios céntricos y por supuesto en el Vedado, donde vivo yo. Hasta me puse contenta, porque tan mal nos han tratado siempre que el hecho de anunciar la falta de agua potable durante una determinada cantidad de horas se agradece. De manera general te levantas un día por la mañana y no tienes gas, o agua, o electricidad, y no sabes por qué, con suerte te enteras, varias horas después, de la causa de la falta.

Me preparé, obviamente, para el día siguiente y llené mis reservas: cubitos y pomos plásticos adornaron mi cocina y mi baño para soportar de la mejor manera posible la ausencia del líquido vital. Sin embargo al amanecer me sorprendió encontrar agua en la pila, y a media mañana –que nadie se crea que en Cuba uno deja de sorprenderse– se fue la luz y no regresó hasta la madrugada del día siguiente. No logré enterarme de la causa del corte eléctrico, supongo que no sean las mismas reparaciones que supuestamente me privarían del agua. En fin, ya ni siquiera lamento no poder escuchar las informaciones concernientes a las faltas que nos tocan, prefiero el desconcierto a cargar cubos cuando debo comprar velas.

martes, 21 de junio de 2011

¿Qué más se puede pedir?

congreso2
Imagenes: Garrincha

Por: Boris González Arenas

Pronto vamos a tener
según nuestro presidente
mandatos de cinco años
y una prórroga pendiente.


Lo dijo Raúl después
de meditar frente a un caño
“hay que hacer cambios urgentes,
¿bastarán doscientos años?”


Mi tío en Carlos III,
de esclavos un descendiente,
hizo un gestico seguro
de que esto pica y se extiende.


viernes29

“Es difícil predecir
cuándo se hartan los patrones
o cuándo a un pueblo dormido
se le hinchan los cojones”




“Aumentarán las covachas
pulularán arrabales
y miles de disidentes
juzgados por criminales”


“A los tanques del desfile
les han retirado esteras
y puesto gomas modernas,
la guerra será en la acera”


Un grupo que filosofa
no entiende tanta falacia
por ello le ha puesto nombre
la ha llamado coprocracia


Entre que el palo va y viene
yo me tomo mi café
con chícharos y frijoles
van a dejarme sin él


¿Y al final de todo esto
-se pregunta este poeta-
por qué ranura sagrada
les metemos la boleta?

martes, 14 de junio de 2011

Hábitos

telelia
Foto: Lía Villares
Cada cual tiene sus majaderías, sus apegos, sus momentos de relax. Hay quienes ven tres telenovelas simultáneamente, otros pasan gran parte del día pegados al auricular del teléfono y muchos –me consta- darían un ojo de la cara por estar conectados a la red de redes veinticuatro horas, estos últimos sufren de un mal llamado “fatalidad geográfica”. Por mi parte, no me gustan las telenovelas, no tengo tiempo para hablar por teléfono y por supuesto, aunque quisiera, Internet es una especie de amor imposible y platónico que anhelo desde hace varios años. Sin embargo, planifico puntillosa mis domingos. Como dice mi madre “llueva, truene o relampaguee” a las nueve y treinta minutos de la noche caigo sentada delante del televisor para ver la única serie que me interesa: CSI en la escena del crimen. Me da lo mismo si es en New York o en Las Vegas, soy una fan indiscutible.

El domingo pasado, con cinco minutos de retraso y la cara compungida por haberme perdido la presentación, encendí la pantalla. Me gusta todo: la música, el guión, los personajes y la tecnología que usan. ¿Qué expresión no habré puesto –una pena haber estado sola- cuando en vez de escuchar el tema de U2 The Who que da inicio a cada capítulo, combinado con una edición trepidante, me encuentro unas imágenes en sepia y un policía cubano -tonfa incluida- en la pantalla? En el mismo horario y en el mismo canal decidieron cambiar CSI por Tras la Huella, una patética serie producida por el Ministerio del Interior, con derechos reservados y todo.

Más allá de decepcionar a todos los televidentes -porque la diferencia entre la calidad de ambos programas sería, digamos, la misma que hay entre la playita de dieciséis y Varadero- hay que ser inconsciente de sus propias limitaciones. Incluso podría abanderarse alguien a la frase martiana “Nuestro vino es amargo pero es nuestro vino” (me gusta hacer el chiste nuestro vino es amargo hay que importarlo) sin embargo la humildad también es un ejercicio de inteligencia y obviamente, una de las virtudes de las que carece el MININT.

viernes, 10 de junio de 2011

Flotando en la nada

cocoagua
Foto: Yoani Sánchez

No tengo ganas de escribir. Me disciplino. Desde que supe que Coco Fariñas está en huelga de hambre me he quedado flotando por encima de la ciudad. Ni siquiera lo he llamado por teléfono y sólo ayer atiné a mandarle un mensaje. Soy cobarde. Quisiera equivocarme, pero siento que en el Comité Central del Partido Comunista hay guardada una botella del mejor champán para saltarle el corcho si se muere.

Me paso las noches frente al televisor. Alterno entre “Boarding Home” de Guillermo Rosales y la cosecha de papa. A veces tengo la impresión de que mi vida es uno de los sueños de William Figueras, donde siempre estaba Fidel Castro. Cambio de canal obsesivamente pero siempre llego al Noticiero o a la Mesa Redonda. Entre Machado Ventura diciendo que hay que acabar con las viviendas ilegales en las zonas reservadas (¿reservadas para qué, me pregunto?) y una publicidad sobre la agricultura semi-mecanizada (es decir un guajiro con una yunta de buey) no me aguanto la náusea.

Presiento las declaraciones de los médicos -el cinismo y la doble moral amparados en el miedo- declaraciones falsas sobre la condición del paciente, la cuenta de gastos de la sala de cuidados intensivos, las mentiras sobre un pasado de delincuencia, en fin, el linchamiento mediático. Nos imagino tan pequeños frente al muro que a veces me falta el aire. Todos los días en la calle alguien me dice falta poco y me hace un chiste, es lo único que me da fuerzas para seguir aquí.

viernes, 3 de junio de 2011

La carrera

auto
Foto: Leandro Feal
Corría 1990 y él tenía siete años. El mundo, aunque no perfecto, era inocente y juguetón. Sus padres eran médicos, trabajaban por el día y por la noche y sobrevivían más mal que bien aquellos duros años del comienzo del período especial. Mucho se nos ha criticado a los hijos únicos la personalidad que en la adultez desarrollamos y él, hijo único al fin, disfrutaba todo el amor y la malacrianza en la casa. Por las mañanas mamá preparaba el desayuno y lo llevaba a la cama, papá ajustaba la sillita de la bicicleta china modelo veintiocho y aún con el rocío de la mañana en la hierba salían para la escuela él y para el hospital el otro.

Por las noches alternaban la compañía en dependencia de las guardias: con mamá se leían cuentos y con papá se jugaba por el suelo. Algunas madrugadas se espabilaba al escuchar el ruido de la cerradura y ver llegar a uno de los padres con su bata blanca y su bici a cuestas. Otras veces se tiraba de la cama al amanecer para darle el beso pendiente de buenas noches al que llegó pasadas las tres de la mañana.

Una noche el padre no llegó. Casi al amanecer recibieron una llamada del hospital: había muerto. Es difícil asumir la muerte a los siete años, pero aún peor es conocer la historia de un fallecimiento absurdo. Resultó que papá regresaba en su bicicleta por 26 mientras unos muchachos, ajenos al desmoronamiento de la economía cubana, corrían los Ladas de sus padres por la avenida. A velocidad de carrera de autos le pasaron por arriba al hombre que había pasado la noche salvando vidas. La defunción fue rápida.

Los culpables fueron a juicio -¡oh, sí!- salvo un pequeño detalle: salieron absueltos de todos los cargos y con licencia de conducir y todo. Quizás no fueran hijos únicos, pero sus padres se habían dado a la tarea de malcriarlos y complacerlos al punto de convertirlos en Los Hijos, los intocables, los que de hecho pueden hacer sonar sus correrías por toda la isla y nunca pagarán por nada. La gente los llama “hijos de papá”, y si comparo, el mito del hijo único se queda chiquito.

lunes, 30 de mayo de 2011

Voces 8

Voces 8

martes, 24 de mayo de 2011

La Habana – Nueva York

DDTI-19
El Guamá
La conocí en el 2004, teníamos una conocida en común, vecina mía. Se pasaba la vida en las discotecas y los conciertos, siempre con muchachos en carro que la venían a recoger. Me caía bien, era divertida. Por las tardes cuando se levantaba iba a veces a tomar café a mi casa. Con los padres en el extranjero, vivía sin trabajar y aunque a veces andaba corta de dinero, las salidas nocturnas no se afectaban porque para eso los hombres pagaban.

El azar que nos puso un día en el mismo barrio nos separó. Durante años no tuve noticias suyas y pensé, como es normal en esta isla, que se había ido del país. Hace poco nos encontramos y comprobé que tenía razón, ahora vive en Nueva York y viene a Cuba de vacaciones. No sé cómo se fue, los cubanos se las agencian de tantas maneras para salir huyendo de esta tierra que ya ni me tomo el trabajo de indagar, pues las historias pueden ser cómicas, pero también muy tristes y siniestras. Además, ando un poco sensible con el tema de la emigración, me pregunto quién estará a mi lado dentro de diez años, cuando ya todos mis amigos se hayan ido.

En el rato que compartimos me contó que allá trabajaba mucho, y que de manera general, se consideraba una comunista. ¿Comunista? – exclamé- si eras tremenda gusana. ¿Qué te ha sucedido? –El sistema de Estados Unidos – sentenció- es inhumano, aquí es mejor, más humano. La miré boquiabierta, no le gusta el nuevo país en el que vive porque tiene que trabajar, en Cuba no lo hacía porque alguien la mantenía. ¿Por qué justifica con política su propia incapacidad productiva? – No estoy de acuerdo contigo –contesté tratando de aguantarme la pasión que me invade cuando la gente viene de la democracia a contarme cuentos de hadas sobre la dictadura- mucha gente no trabaja, es cierto, porque el salario es “inhumano” y a nadie le interesa partirse el lomo de gratis. Sin embargo me parece muy bien que para ganarte el pan tengas que trabajar, es lo normal. -Al cubano no le gusta trabajar -me ripostó y entonces supe que porque a ella no le gusta trabajar considera que al resto del pueblo tampoco. ¡Vaya capacidad de generalización!

Antes de separarnos me comentó que tenía una operación pendiente, supuse que sería en Cuba, ya que es tan humano este gobierno que tenemos. Cuál no habrá sido mi sorpresa al escucharla exclamar: ¡No, me opero allá!

sábado, 21 de mayo de 2011

Un número en la estadística

dieta-de-embarazada
E. tiene 38 años y está embarazada. Se siente un número más en la estadística. El otro día me llamó cuando salió del policlínico para venir a visitarme. No podía más. La mitad de los análisis no se los pudo hacer porque no había reactivo, sin embargo el papelito de la orden se lo devolvieron embarrado de sangre ajena. Levantada desde las cinco de la mañana, a las diez aún no había desayunado y para colmo el médico le preguntó “Mijita, ¿y tú por qué esperaste tanto para parir? Ahora te tengo que hacer un electrocardiograma.”
 
Lo primero que me dijo al verme fue “Yo pensé que la educación estaba mal, pero ahora que choco con salud pública…”. E. es como yo, chiquitica y mucho más delgada. Antes de la barriga pesaba 89 libras y ahora con dos meses pesa 113 y tiene 12,5 de hemoglobina. Sin embargo la nutricionista considera que está bajo peso y ha recomendado “ingreso en el hogar materno”. Le entregó la fotocopia de una dieta para que la cumpla al pie de la letra. Cuando me la enseñó me empecé a reír pero a ella no le hace ninguna gracia. Tiene que levantarse a las siete de la mañana para desayunar y esa primera comida del día incluye una cucharada de mayonesa, cuyas propiedades nutritivas me son desconocidas. A lo largo del día debe cumplir la norma de seis espumaderas de arroz y dos cucharones de frijoles (la mitad en el almuerzo y la otra en la comida, todos los días hasta que nazca el bebé). Las carnes no están definidas por cantidades y debe ingerir media taza diaria de mermelada de guayaba.

Me pregunto si el fin de la dieta es nutrir o engordar. Probablemente la doctora no está autorizada a recomendar comer ciertos productos como carne de res o mucho pescado, pero al menos debería tener la decencia de no ponerle a las embarazadas dietas dignas de pavos en ceba para hacer foi gras. Ante el tan esperado “¿Cómo te sientes?” del psicólogo, E. respondió “Bien, pero me sentiría mejor si no tuviera que venir más a este policlínico”.

martes, 17 de mayo de 2011

Un día en el extranjero

cartera
Foto: Leandro Feal
Llegó a Cuba enamorada de la Revolución, a finales de los setenta. Se casó con un general y se instaló en la isla paraíso, para hacer sus sueños realidad. Se codeó siempre con gente de altura, la llamada nomenklatura, y vivió los últimos treinta años como una princesa. La perestroika, la glasnost, la caída del Muro de Berlín y luego el derrumbamiento del bloque socialista le llegaron como ecos de la lejana Europa, que ella sabiamente había dejado atrás. Desde su casa en Siboney escuchó la letanía del Período Especial, pero cuando manejaba el Lada por Quinta Avenida, las cosas no se veían tan mal. Aunque se le iba poco la luz compró una planta eléctrica y, como siempre, su esposo abastecía la bodega del hogar con productos de importación. Los mismos de siempre.

Había hecho algunas amigas, casi todas del Partido Comunista. Sin embargo a principios de los 2000 pocas quedaban en Cuba y todas habían renunciado a sus cargos políticos y al Partido. Nunca la política había sido un tema entre ellas, pero la comida sí, y las cremas, la playa y la buena vida. Poco a poco la necesidad se apoderó de los diálogos: ¿A quién le importaba el mar azul y la arena blanca de Varadero si no había un huevo para poner en la mesa? Pero ese animal de la discordia, la bestia política, no la iba a dejar sola.

Un día decidió regalarle a sus amigas un día especial: playa, restaurante y hotel. Salieron desde por la mañana y regresaron tarde en la noche. Cuando se bajaron del carro una de ellas le dijo satisfecha: ¡Gracias por este maravilloso día en el extranjero! Fue la última vez que se vieron.

domingo, 15 de mayo de 2011

lunes, 9 de mayo de 2011

El Estudiante

carne
Foto: Claudio Fuentes Madan
¿Qué hago para narrar el horror? La última imagen que tengo de Juan Wilfredo Soto García es a mi lado correteando bajo el sol implacable de Santa Clara. Tratábamos obtener un autorizo del Obispo para que un Padre Dominico -que había atravesado medio mundo para llegar a Cuba- pudiera entrar a ver a Guillermo Fariñas a Terapia Intensiva en el horario establecido para la visita. En la iglesia nos dijeron que era la Seguridad del Estado la encargada de dar permisos, en la Seguridad del Estado nos dijeron que era el Obispo.

Ahora miro la foto del Estudiante en Penúltimos Días y no lo reconozco. Debe ser que me niego a aceptar que lo han matado a golpes. Debe ser que no puedo asumir que la hora del horror ha llegado a esta isla. Debe ser que no tengo capacidad para mirar de frente a la muerte, al asesinato. Y me pregunto –es la incertidumbre obvia del racionalismo- cuántos Wilfredos hubo antes y cuántos faltan por venir. Sentado en un parque, delito incomprensible, cayó sobre su cuerpo el peso descomunal de medio siglo de impunidad en los cuerpos policiales.

Rostros anónimos de azul. Hace tiempo que el pueblo les teme más a ellos que a los ladrones, a los estafadores y a los delincuentes. “Llama a la policía” se ha convertido en la última carta de la baraja. Porque el final siempre es inesperado. Porque la justicia no llega con ellos. Porque no están ahí para cuidarnos sino para controlarnos a cualquier precio. Porque están corruptos y porque no tienen miedo de embarrarse las manos, si de todas maneras ya casi todos las tienen sucias.

¿Y qué vamos a pedirle a una Policía Nacional Revolucionaria que ha visto subirse en el carro del “nuevo” poderío estatal al antiguo Ministro de Salud, el “compañero” Balaguer, con su cola de veintiséis muertos de hambre y frío en el hospital psiquiátrico; que ha visto al gobierno en pleno justificar en la Televisión Nacional la muerte de un hombre en huelga de hambre? ¿Qué podemos pedirle a esa Policía salvo que no nos mate?

jueves, 5 de mayo de 2011

domingo, 1 de mayo de 2011

Los alientos de la Habana

sala
Foto: Claudio Fuentes Madan
Texto: Boris González Arenas

“… Cuba está entre el reducido número de países (…)
que cuentan con las condiciones para (…)
salir de la crisis sin traumas sociales…”
Raúl Castro Ruz
Discurso de clausura del VI congreso del Partido Comunista de Cuba, 
19 de abril de 2011.

Comparar una ciudad a un organismo vivo no es algo novedoso. Numerosas de las funciones cotidianas de una ciudad semejan funciones propias de organismos vivos. Pero las ciudades no son organismos vivos. Las habita la vida y esta las erige, las conforma el deambular de sus animales, sus plantas y, principalmente, los seres humanos.

Una ciudad sin seres humanos será siempre una ciudad abandonada, aunque los árboles crezcan en sus antiguos salones y los animales salvajes copulen en sus espacios otrora públicos, una ciudad abandonada es una ruina en una selva.

No importa el tiempo que lleve deshabitada. El siete de mayo de 1986 la ciudad de Prípiat no había cumplido veinticuatro horas de ser evacuada y ya era una ruina. La ciudad construida para los trabajadores de la central atómica de Chernóbil fue vaciada a menos de diez días de la explosión que elevó los niveles de radiación de toda Europa. El último residente llevaba en su despedida el cambio de condición de lo que era una ciudad y pasó a ser, con su salida, una ruina.

También una ciudad puede mostrar sus edificios en ruinas y estar habitada.

Una ruina habitada es una contradicción y casi siempre supone un estado transitorio. Es el trabajo de los habitantes el que levanta una ciudad, la conserva y la transforma. No es concebible que los seres humanos renuncien a lo que les es natural: empeñar su energía y su fuerza en crearse un entorno digno para sí y para los que le rodean. Sólo grandes accidentes históricos justifican las ruinas habitadas, el final de las guerras, cuando los que regresan a sus casas encuentran el trabajo de toda una vida deshecho por el fuego, el deterioro que sufren grandes ciudades, cuando pierden el protagonismo que las erige y dejan a sus habitantes con pocas opciones frente a los restos del esplendor.

La ciudad de Nuremberg, en Alemania, debió ser reconstruida casi totalmente después que los bombardeos aliados la destruyeron al final de la Segunda Guerra Mundial; la ciudad de Detroit, en Estados Unidos, enfrenta las consecuencias del desmonte de la gran industria automotriz que, en la primera mitad del siglo XX, hizo de ella la cuarta ciudad más importante del país y en las últimas décadas ha perdido casi la mitad de su población.

Es un momento de cambio en el que el ser humano deberá evaluar las condiciones nuevas y actuar para desarrollar el espacio que requiere para vivir. Pocas cosas justifican una existencia entre ruinas por un tiempo mayor y todas están asociadas al deterioro de lo que en los seres humanos es esencial. El oriundo de ese estado, para que de su interior no surja el brío y la estrategia de superación de su condición, para que no genere asociaciones y liderazgos propios de las situaciones críticas, por no estar muerto, tiene que estar sometido a una indigencia moral y material inmovilizante. Alguien que apenas pueda levantar la vista sin temor a que le perciban su orgullo, incapaz de mover sus músculos para que no sospechen su fuerza o de sostener su razonamiento y evitar así que lo marquen por su inteligencia.

Insuflar es el verbo con que se ha nombrado el acto de animar lo inerte. Supuestamente el Hombre recibió la vida como de un aliento y ello lo convirtió en un ser animado. Pero era un aliento transfronterizo y lo animado podía a su vez animar. De ahí que la ciudad sea tan semejante a un organismo que parece que vive. Es por ello que una ciudad destruida, con todos sus sistemas de abastecimiento, transportación, redes hidráulicas y eléctricas colapsados, puede ostentar la vida que contiene.

Porque la ciudad no es un organismo es que esto puede pasar. En la inmundicia una mujer puede concebir un hijo, alguien dar sepultura a un hermano y todos sentir esperanza frente a cualquier atisbo del cambio.
Hambreado, un niño puede descubrir el golpe de la gota de lluvia en el rostro, el agazaparse de las sombras en el amanecer o el espacio sin límite a que se abre frente al mar.

Burlada, mancillada, humillada, una mujer puede sentir la vibración de la vergüenza y como una heroína de mármol saltar del zoclo como de la rutina y echar por tierra aquello que condena a sus hijos a la emigración o la muerte.

Como en la vida, nada en una ruina habitada es lo que fue y también como en la vida nada es permanente. Lo importante es el aliento.

Rejas dejadas al arbitrio de la intemperie, arrancadas de sus espacios originales y readecuadas en espacios ajenos, paredes tiradas al suelo y sus ladrillos cotizados en el mercado siniestro, tejas, lozas, vigas, puertas, cristales, todo arrancado a los derrumbes de aquello que no aguantó. En la estrategia de la miseria el aliento vital es portentoso porque debe animar la muerte. El extranjero al que esta condición le es extraña, se sorprende al comprobar que un cuerpo descolorido puede acarrear tanta fuerza en semejante panorama, sabiendo además que el esfuerzo sólo conseguirá reproducir la condición del infeliz, mientras un cardumen de desajustados insiste en sostener el agobio del que no son víctimas.

Es la suerte de las ruinas vivas proteger a quienes las habitan y cuando ya no pueden hacer, derrumbarse y ofrecerse. Hasta el amor de los vivos encuentra semejanzas en la capacidad de entrega de las ciudades arruinadas.

martes, 26 de abril de 2011

Necesidades

el_coco
Imagen: Lázaro Saavedra
Desde aquella vez que en una de las sedes de la Universidad de la Habana levanté mi mano para preguntar una duda sobre las categorías necesidad vs casualidad del marxismo, el concepto me rodea. Creo haber llegado a la conclusión de que las necesidades humanas son lo bastantes complejas como para que los especialistas se abroguen el derecho de “suprimir” de nuestras vidas algunas de ellas.

Tenemos a Elaine, blogger cubana, que da por sentando que su abuelo no necesita Internet. Lamentablemente no es la única. El otro día una persona me aseguraba que para un campesino cubano la Internet no es prioritaria. ¿Qué es lo prioritario? Sin dudas en la Edad Media la electricidad no lo era y para el hombre del Cro-Magnon eso que hoy se llama “productos de primera necesidad” estaba ligeramente sobrecargado. ¿Por qué nos empeñamos en ponerle fronteras al bienestar humano? Me pregunto cuál es el problema de asumir el acceso a Internet como un derecho ciudadano en el siglo XXI. Si el campesino se conecta para hacer un estudio de mercado de los nuevos fertilizantes para la tierra o para chatear en un chico-busca-chica es intrascendental: lo trascendental es su derecho a tener acceso a la Red de Redes y lo que ello representa para su vida personal. Cualquier “suposición” sobre lo que el campesino debería hacer en Google o en el surco se llama control sobre el libre arbitro ajeno, la elección personal y la libertad individual.

Por supuesto que reducir los niveles de pobreza a nivel mundial es perentorio, pero sinceramente no veo la relación entre ello y el derecho de los cubanos a tener cuentas privadas de acceso a Internet. La desigualdad social del mundo no justifica que Raúl Castro haya decidido que yo no puedo abrir mi Facebook a la hora que me dé la gana. ¿No es obvio o me estoy volviendo loca?

viernes, 22 de abril de 2011

Los mismos nombres

mar19-B
Imagen: Garrincha
Me atrapa la irracionalidad ante las imágenes del Sexto Congreso. Cuando escucho la lista de los delegados, los miembros del Buró Político y los del Comité Central, me entra un desagradable malestar físico: Machado Ventura, Balaguer, Cintas Frías y un envejecido etcétera no me dejan continuar escuchando con objetividad. Para colmo a Raúl Castro le da por contar una anécdota digna de una telenovela mexicana sobre el machismo familiar: le mete el pie a Machado Ventura después de cierto dime que te diré. Ciertamente esta escena habría sido más correcta delante del fogón de una cocina que en el tan esperado Congreso del Partido Comunista.

Lo peor –o lo mejor, según la lectura- es que tendremos que esperar hasta el 28 de enero de 2012 para implementar los cambios. Se suponía que el súper cambio era ahora, pero nos dieron un “cambiecito” y de nuevo nos pospusieron el “cambión”. Raúl Castro se lamenta de dogmas arcaicos, se promete una (otra) rectificación, augura un futuro de líderes más jóvenes y asegura que lentamente salvará el socialismo y la revolución. El General sabe, tiene que saberlo, que sus promesas sólo se cumplirán cuando él ya no esté en el Comité Central, cuando ya no sea el Primer Secretario de ningún partido, cuando verdaderamente una nueva ola de cargos públicos asuma los poderes. Y justamente es ese el imperativo de los poderosos ancianos, minimizar el cambio y jugar una política de cuenta gotas, para alargar lo más posible el cambio inevitable, el fin de la omnipresencia del Partido.

Sin embargo hasta yo, la reina de la incredulidad, siento cierto optimismo. Las libertades económicas que el gobierno cubano hoy está obligado a concedernos a riesgo “de hundirse” serán los cimientos de las libertades sociales y políticas que les arrebataremos mañana, porque también entonces se verán conminados a ceder, so pena de perecer.

martes, 19 de abril de 2011

¿Soldado yo?

soldado
Foto: Claudio Fuentes Madan
Cada vez que paso por 21 y Paseo se me revuelve el estómago. Atravieso la Avenida y no puedo evitar leer el enorme cartel que ilustra este post. Firmado por la FMC da por sentado que yo y todas las mujeres de esta isla somos una especie de hueste dispuesta a disparar contra el enemigo. Ni siquiera soy soldado de mis propias causas, ¿cómo podría serlo de las causas de la Federación de Mujeres Cubanas?

Me molesta muchísimo que las múltiples organizaciones de masa que supuestamente representan a los grupos de cubanos se sientan en el derecho de hablar a nombre de todos, de robar las voces de los individuos para convertirlas en voz única de un aparato de control. ¿Por qué se nos insta a una militancia que no necesitamos? ¿Quién dijo que yo no soy una civil a ultranza? ¿Desde cuándo las mujeres cubanas formamos un batallón para la defensa de la patria?

viernes, 15 de abril de 2011

El sábado



Desde el viernes 8 de abril el cielo nos anuncia que la marcha se avecina. Bajo el precioso azul unos aviones de guerra ensayan no se sabe bien qué ni para qué y abajo en la tierra nos tapamos los oídos para no escuchar el estruendo. Mis perros han perdido el sueño, el macho le ladra desesperado al techo y la hembra se esconde debajo del sofá. Me gustaría poder explicarles que no es nada más que un despliegue de vanidad militar en un país que se cansa de repetir por el mundo que condena la guerra. Salgo a la calle y me sorprendo al ver desfilar ante mis ojos unos tanques. Cruzo la avenida 26 y respiro profundo, es un hecho: esta isla está gobernada por locos. El tráfico está desviado y los carros perdidos en las entrecalles forman un caos. Me paso quince minutos tratando de atravesar Paseo.

Hace diez días que vivo en cuenta regresiva: faltan siete, faltan cinco, hoy finalmente faltan dos. Nunca había desesperado tanto por la llegada de un domingo. Desde el viernes todo quedará paralizado, las escuelas, los comercios, la ciudad. Con tanta necesidad y tanta crisis me pregunto por cuántos ceros va la cuenta de gastos de la mega marcha por el cincuenta aniversario de Playa Girón.

Dicen que los cubanos somos paranoicos y sinceramente, si no lo fuéramos bien mal estaríamos, porque no hay nada más escalofriante que asomarse al balcón y ver a un pelotón de soldados gritando palabrotas y dando patadas en suelo, ni más tétrico que un ejército movilizado en tiempos de paz, ni más irracional que sacar a los hombres de sus trabajos para movilizar varias veces al año las reservas. Nada tan triste como esta semana, que nos recuerda sin piedad que no es la guerra de todo el pueblo, sino la guerra contra todo el pueblo.

jueves, 14 de abril de 2011

lunes, 11 de abril de 2011

Voces 7

voces7

sábado, 9 de abril de 2011

Mis conclusiones

ciudad
Foto: Claudio Fuentes Madan
Llevamos casi un mes de telenovela y salvo en un capítulo –el de la ciberguerra - en todos los demás se destapó algún agente encubierto. El del lunes no pude terminarlo, era ya demasiado. Me aburren infinitamente. Sin embargo vale la pena analizar esta cruzada mediática de la seguridad del estado contra la sociedad civil. Confieso que los móviles de las acciones de los cuerpos secretos cubanos me son en su mayoría incomprensibles y no será esta la primera vez que me quedo lela ante el objetivo, y sobre todo, los beneficios que pueda aportar la telenovela al gobierno.

Primeramente me resulta sorprendente que hayan decidido meter en el mismo saco –es decir, hacer protagonistas- tanto a opositores, activistas de derechos humanos y bloggers como a escritores, pintores y vendedores de antenas y cuentas de Internet ilegales. Resulta que antes de la telenovela sólo los primeros eran disidentes, después de la cuarta saga ya no queda tan claro. La Seguridad del Estado acaba de lanzar por los cielos el número de inconformes al mezclarnos a todos en una sola idea: la contrarrevolución. Lamentablemente nunca concretizan el significado término. Supongo que un decodificador de antenas parabólicas se haya quedado boquiabierto frente al televisor al recibir la noticia de que él es “oficialmente” un disidente.

Me cuesta entender los beneficios que pueda reportar “Las Razones de Cuba”. Quizás la difamación como arma para desprestigiar a las más conocidas figuras dentro la sociedad civil o la necesidad de crear un estado de opinión –más bien de paranoia- respecto a la capacidad de los “agentes secretos” para colarse en nuestras vidas. Pero sigo pensando que ambos argumentos siguen siendo insuficientes si los comparamos con las desventajas: reconocer que eso que ellos llaman “contrarrevolución” va más allá de la ideología y se ha convertido en una realidad del día a día cubano. Si tener Internet o ver la televisión de Miami es tan arriesgado como pertenecer a un Partido de oposición, no nos quedan demasiadas opciones a los ciudadanos.

martes, 5 de abril de 2011

El problema es cultural

bandeja
Foto: Leandro Feal
Me levanto por la mañana y me doy mi baño de irrealidad frente al televisor con las primeras noticias. En Revista de la Mañana, el primer noticiero del día, no le pierden la pista al surrealismo. Lo mismo escuchas una reflexión llamada “Los zapaticos me aprietan” –estoy realmente intrigada, por cierto, por la idea fija que ha desarrollado Fidel Castro con Obama, hace meses que le dedica todas sus reflexiones- que una reseña sobre un concurso de artes plásticas llamado “Amiguitos de las FAR”. Son inefables los sentimientos que a las siete y media de la mañana uno puede experimentar al ver la televisión cubana.

El otro día pasaron un pequeño reportaje sobre la normalización de los productos que se ofertan en pesos cubanos. Una voz en off mostraba empresas y nos intentaba convencer de que el país había hecho esfuerzos por mejorar la calidad de las producciones y que eso se podía comprobar en muchas de las ofertas del mercado. Duró pocos minutos y el objetivo era introducir una entrevista con un especialista en el tema. En cuanto terminó aquel programa, cuyo objetivo era demostrar la tremenda calidad de nuestros productos, que sufrían además la presión de la norma internacional impuesta por occidente (cita textual), el especialista dijo: En Cuba no se cumple la norma, el problema es cultural.

Yo me paseaba de un lado a otro con mi taza de café en la mano y no pude evitar verter un poco al suelo. Tengo la costumbre de hablarle al televisor, es un hábito que desarrollé desde la adolescencia. Supongo que haya sido la manera que encontré para exteriorizar mi descontento con el establishment del periodismo oficial: crear mi propio debate con todo lo que saliera de la pantalla. ¿Cómo que cultural? Exclamé. Ni la política gubernamental de estatismo económico, ni nuestra economía hecha añicos, ni la doble moneda son las responsables de la cuestionable calidad del pan o del jabón, es la cultura cubana –según un especialista en temas económicos- la responsable de este mal.

lunes, 4 de abril de 2011

jueves, 31 de marzo de 2011

Mi encuentro con Jimmy Carter

388px-JimmyCarterPortrait
Foto: wikipedia
La primera vez que escuché a Jimmy Carter fue en el año 2002. Mis recuerdos son confusos pero tengo clavado un instante en la cabeza: su intervención en el Aula Magna de La Universidad de La Habana. Aún me río al recordar a Hassan Pérez, en aquel momento sin aún ser defenestrado y a cargo de la Unión de Jóvenes Comunistas, lanzarle al presidente una supuesta pregunta en tono de metralleta y de aproximadamente tres minutos. Con dulzura Carter le pidió repetirla, pues lamentaba no haberla comprendido. Fue histórico aquel día para los cubanos, pues en plena televisión cubana supimos que el proyecto Varela existía, y que Osvaldo Payá había logrado las once mil firmas que se necesitaban para cambiar la constitución cubana. El proyecto Varela fue ignorado y vilipendiado por el gobierno, la Constitución cambió para peor y llegó la Primavera Negra. Yo tenía veinte años.

Ayer en el hotel Santa Isabel tuve el honor de conocer a Jimmy Carter, de escucharle y de que me escuchara. Y también tuve la tremenda satisfacción de compartir la mesa con muchos de los que desde hace años –más de los que yo tengo- pujan por cambiar las cosas en esta isla cansada. Hombres y mujeres que han pasado todas sus vidas uniendo granitos de arenas para salvar la sociedad civil, para que se respeten los derechos humanos, que han sufrido cárcel y que han sacrificado sus sueños personales en pos de los sueños de toda una nación.

Sé que en manos de Jimmy Carter no están las soluciones de toda una Cuba. Sé que a pesar de todos los que en el camino han dejado el alma por esta tierra aún estamos estancados en una extraña “Revolución” de medio siglo. Sin embargo reuniones como las de hoy me recuerdan que no importa cuánto falte, al final del camino hay luz.

martes, 29 de marzo de 2011

El legado

OvejaNegra
Foto: Claudio Fuentes Madan

La Habana duerme desde que nací. Me gusta pararme al final de la calle 12 y ver la línea que dibuja el mar a lo lejos. Casi todos mis amigos viven, o pretenden vivir, del otro lado de esa línea. Adonde mis ojos no pueden llegar.

Leo “El Color del Verano” de Reinaldo Arenas y me siento parada más allá de la ficción. Me alegra, de cierta forma, que Reinaldo no haya visto su novela hecha realidad, con cincuenta y dos años de revolución. Soy una especie de personaje después del Gran Carnaval. Somos todos los sobrevivientes de las páginas que no escribió porque para él cincuenta era ya un número bastante grande, bastante redondo. Nosotros ya hemos perdido la noción de los números enteros, la noción de todos los números.

Vivo la sensación de respirar un cambio que, sin embargo, no puedo intuir. Me parece que estoy en el final pero abro los ojos y en realidad no es más que el comienzo. Las cosas terminan, los seres envejecen, las ciudades cambian y las ideologías mueren. Sin embargo hay días en los que me levanto con la impresión de haber despertado el día anterior.

jueves, 24 de marzo de 2011

Salir en la tele

luz
Foto: Orlando Luis Pardo Lazo

Salir en la televisión siempre es un acontecimiento en la vida de cualquier persona común. Pensé que tendría miedo, nerviosismo, ansiedad. Sin embargo cuando vi mi banner y mi foto en “Las razones de Cuba” sentí orgullo. Pienso que hay en Octavo Cerco muchos textos sobre política, en los que sin pelos en la lengua digo palabras como totalitarismo, autocracia e impunidad, hay otros en los que con desenvoltura me burlo de Fidel Castro, de Raúl Castro o de otro que me resulte desagradable en el desfachatado gobierno cubano. Pero por alguna incomprensible razón mostraron dos veces la entrevista que le hice a Erick J. Mota a propósito de su novela “Habana Underguater”, escritor cubano de ciencia ficción que ha sido varias veces galardonado con premios nacionales. ¿Quién comprende a la seguridad del estado?

En el caso de Yoani, una mención detallada de cada uno de sus premios sólo sirvió para demostrar que no necesita financiamiento puesto que su talento es internacionalmente reconocido por instituciones prestigiosas. La suma de medio millón al final me dejó estupefacta, pues aunque no soy buena en matemáticas, me sobraron unos dígitos al final. No obstante, si Yoani Sánchez se hace millonaria con sus premios y continua apoyando con sus ingresos el desarrollo del libre acceso a la información, rompiendo el monopolio estatal sobre ésta y abriendo caminos para la sociedad civil en Cuba, entonces que le pongan tres ceros más a la cifra del televisor.

Por otro lado, la técnica de la seguridad del estado de ponerle nombres atractivos a sus blogs y sitios para ubicarse en los buscadores, resultará muy útil en Internet, pero en la televisión cubana, donde miles de ciudadanos que nunca han entrado a la red de redes –y contrariamente a las palabras de Elaine Díaz sí que lo necesitan y mucho- se preguntarán si “Cambios en Cuba”, “La isla desconocida” y “La polémica digital” no son títulos lo suficientemente contestatarios como para ser vistos como contrarrevolucionarios.

lunes, 21 de marzo de 2011

Buscando el aire de Cuba III

maleconninos
Foto: Leandro Feal

Texto: Boris González Arenas
“En la consumación de los tiempos
se oirá la voz de un cubano
trepando a la palma real, gritando:
¡Sólo hombre soy!

José Lezama Lima a propósito de Nicolás Guillén

Leyendo trabajos escritos en Cuba, es común que me venga a la mente la idea de que nuestra precariedad tecnológica, la ausencia de información y un desfavorecido acceso a la producción intelectual mundial, determinan que todo aquello que en nuestro país se escribe o piensa lleve las marcas de una segunda isla, apartada no por disposición geográfica, sino por este estado de cosas tan difícil de definir pero que a la vez produce un país sin rumbo, el deterioro, sino desaparición, de ciudades, industrias, seres humanos, todo ellos sin reemplazo y a cuyo panorama sus gestores insisten en querer que lo miremos con una sonrisa en el rostro y la conformidad en el espíritu. Pero como mismo el hambre no se combate con fotos de alimentos, la sonrisa no crea felicidad y un espíritu que finge no genera convicción.

De muchas maneras nuestros textos deben estar transidos por esa marca, el de aquél, el mío, el de todos. He leído recientemente Propuestas para el avance al socialismo en Cuba, escrito por Pedro Campos y, según afirma el documento, otros compañeros. El esfuerzo es apreciable, se moviliza desde el derecho del ciudadano sin poder, en un país donde esta es la condición de la mayoría, para exigir con una audacia que no se le pide y que para las elites a las que está dirigido, es indeseable. Es un documento extenso dividido en veinte partes enumeradas. Tales partes estimulan la apreciación de nuestra realidad de modo más pleno.

No dejo de sentir, sin embargo, que el escrito de Campos está dirigido a un país que no existe, no me parece que sea ni pueda ser Cuba. Además, a la precisión de sus enunciados a veces la vuelve difusa una exposición imprecisa, capaz de movilizar la duda sobre el alcance que pretenden.

Las palabras no significan lo que dicen los diccionarios. Las palabras están cargadas de sentido y las épocas llevan, en los sujetos que las habitan, significados rigurosos y variables. Así pasa en Cuba con el calificativo de revolucionario que Pedro Campos usa, sin que sepamos quiénes son revolucionarios y quiénes no, y cuál será la suerte de los no revolucionarios en su socialismo avanzado. No sabemos qué es revolucionario para Pedro Campos, pero sí sabemos lo que ha sido la revolución castrista. Garantía del escarnio, la prisión y la muerte para aquellos seres humanos que ella llamó “contrarrevolucionarios” y que somos todos desde que el sistema de Fidel Castro se aseguró ser el proveedor exclusivo de tal condición.

Pienso que sostener en Cuba la noción de revolucionarios enfrentados a contrarrevolucionarios, cualquiera que sea el concepto de tales que se maneje, es un buen punto de partida para no estar escribiendo sobre el presente. Cuba amerita la reconciliación, no la reactivación de viejas confrontaciones que, si alguna vez tuvieron sentido, ya eran cosa del pasado en una época tan temprana como los años setenta.

Es más que necesario distanciarse de una retórica que con Fidel Castro esclerosó y que, en sus resurgimientos, no hace sino proferir balbuceos como que “la guerra atómica acontecerá después del partido de Holanda contra España”, “nuestros cinco héroes regresarán ayer” o “el socialismo no sirve para nada aunque en realidad no quiero decir esto”.

Cuando las Propuestas… pretenden reconocerle al gobierno de Raúl Castro la capacidad de haber sacado al país del inmovilismo, no hacen otra cosa que enunciar el abandono y el dejar de hacer que caracterizaron al gobierno de Fidel Castro. ¿Por qué entonces no decirlo? Ese inmovilismo no es una frase sin más, ese inmovilismo le ha costado a nuestro país décadas de criminalidad, de esfuerzos anulados, de esperanzas martilladas, y de hermanos separados. Ese inmovilismo es una de las tantas traiciones de Fidel Castro a Cuba.

Otra contradicción es posible que salte en la lectura de las Propuestas… En uno de sus artículos, valiente sin duda, afirma que:
“El actual control de las Fuerzas Armadas sobre empresas económicas no militares, deberá ser cedido paulatinamente a las entidades del PP correspondiente y al control de sus trabajadores. Las Fuerzas Armadas y los órganos de seguridad funcionarán, de acuerdo con el presupuesto aprobado por la Asamblea Nacional del Poder Popular y sin autonomía económica propia, con el más estricto apego a la Constitución”

¿Es que acaso aquello que podríamos llamar como “estrategia del gobierno” para movilizar lo inerte, consiste en algo más que mantener la política de dotar al ejército de más y más empresas de naturaleza civil y penetrar a aquellas que son civiles con administraciones y jefes militares? No creo que signifique superación importante del inmovilismo permitirle al cubano desempleado forrar botones, podar palmas o alquilar sus viviendas desvencijadas.

Otro tema discutible a la hora de clasificar al gobierno de Fidel Castro y su joven hermano, es que hayan creado un sistema de gobierno estalinista. Al menos tiene que permitirse el cuestionamiento de que el estalinismo sea un sistema y de que las tiranías puedan generar algo parecido a un sistema. Al asociar los despotismos con sistemas, se crea la ilusión de algo compartido, pertinente. Parecería que tan solo se trató de un error de elección, estaban la democracia y el estalinismo y se eligió mal. Al aplicarle el calificativo de estalinista, se distancia al castrismo de otras emanaciones inspiradoras como fueron Francisco Franco, toda una pléyade de déspotas americanos o Benito Mussolini, autor del concepto: “Dentro del estado todo, fuera del estado nada”, tan alegremente adoptado por Castro.

La teoría socialista contemporánea tiene frente a sí una situación bien difícil, no cabe duda. Carlos Marx, en sus acuciosas descripciones de las dinámicas sociales, parecería más un filósofo contemporáneo; en su afán de encontrar las claves trascendentales del desempeño humano, recuerda mejor a los filósofos que le precedieron. Los aspectos del pensamiento marxista de los que derivaron las construcciones ideológicas del estado soviético, se basaron precisamente en estas reglas trascendentales, en el afán de un sistema. Cambiando la base, decían los alquimistas del socialismo real, se cambia la superestructura, desaparece la lucha de clases y el hombre va al trabajo como a una fiesta.

Así todo era fácil para un teórico socialista del siglo veinte, pero no para uno del veintiuno. Tan extraño paradigma se vino abajo con muchas acciones, el Gulag estalinista, la primavera de Praga y el éxodo del Mariel, entre muchos otros crímenes. El teórico socialista de hoy encuentra un panorama más difícil, aun aceptando los enunciados de Marx, la lógica de su ejecución no es tan simple.

Las Propuestas… parecen, por momentos, narradas con la lógica propia del discurso del “socialismo real”. Aseguran en uno de sus acápites que con el avance del movimiento cooperativo y la justicia que tal forma de gestión económica implica, se modificaría la sociedad y surgirían formas de conciencia social nuevas y, presumo que Pedro Campos y sus compañeros suponen que más justas.

Las Propuestas… son un documento esperanzador, aunque entre las cosas para las que sirvió el siglo XX está el haber privado al concepto “socialismo” de un privilegio que ningún concepto merece, el de estar asociado a un saber hacer anticipado, libre de toda duda y de toda práctica. Defender el socialismo no supone la nostalgia de los crímenes cometidos a su sombra, pero la virtud socialista tiene que plantearse su integración con la virtud de cada pueblo y época, con sus prácticas, y esas no están disueltas únicamente en el modo como sus ciudadanos trabajan.

Cuba está hecha del golpe del machete, productivo y mortal, de sus partidas y sus llegadas, de sus sonrisas, pero también de su dolor, de su afán de ser libre y de la traición de sus afanes, de tantas otras cosas y de sus palmas. ¿Por qué la palma como árbol nacional? Para los psicoanalistas quizás sea la palma un símbolo fálico, no lo es; en la cima de la palma airea siempre un penacho de hojas capaz de evocar la espesura de un pubis femenino y entre estos dos, entre las hojas y el tronco, crecen racimos de palmiche, cuyas semillas han fecundado nuestra nación hasta cubrirla con un manto de árboles semejantes. Como en nuestro paisaje, lo semejante debe ser, entre nosotros, evocación permanente de la fecundación. Fecundante debería ser entonces el socialismo, y no artero, timorato ni ensombrecido; no en Cuba.

Buscando el aire de Cuba I
Buscando el aire de Cuba II

viernes, 18 de marzo de 2011

La telenovela y yo

DiversionismoIdeologico
Foto: Claudio Fuentes Madan
Cuando un estado decide enfilar todas sus armas contra un ciudadano hay pocas cosas que a éste le queden por hacer. Sin acceso a los medios masivos de difusión, en un país de mínima conectividad a Internet, con leyes arbitrarias que atentan contra la libertad de expresión y con impunidad para difamar, tergiversar, mentir y dilapidar a los que piensan diferente en la televisión nacional, se reducen las opciones de las posibles víctimas.

El lunes pasado le tocó a Dagoberto Valdés, director de la revista digital Convivencia y, además, una de las mentes brillantes de nuestra destartalada sociedad civil. ¿Quién es el próximo? Nadie lo sabe. Sólo cuando vemos nuestros rostros desprestigiados en las imágenes del bodrio de programa “Las razones de Cuba”, nos enteramos si somos actores o no.

Vivo en la isla desconcertada. Nada mejor que la desinformación para el desconcierto. Por eso la semana pasada estuve un poco alterada: entre los comentaristas que me acusan de ser de la seguridad del estado, la seguridad del estado que me acusa de ser una “contrarrevolucionaria rabiosa” –palabras textuales dichas en un interrogatorio a un amigo- y la incertidumbre de verme en el televisor estuve a punto de perder la calma. Lujo, por supuesto, que no puedo permitirme porque esto hay que cogerlo, como reza el refrán “con espíritu deportivo”.

Se acabó para mí la época de los Serpas y los Fontes. Me da lo mismo quién es de la seguridad y quién no. Me importa un pepino lo que pongan en el televisor. No me interesa si me ponen sentada en el césped de G o con cara de terror-pánico en un mitin de repudio. Colgué los guantes, dije basta, hasta aquí llegué. Sigo libre con mi blog, escribiendo para ser feliz, para hace cable a tierra y para soñar una Cuba nueva porque de todas maneras, ellos ya van en retirada.

martes, 15 de marzo de 2011

Animal sin nombre

lengua
Foto: Leandro Feal
El 16 de octubre pasado mi blog cumplió tres añitos. Como es normal en mí olvidé el aniversario - siempre olvido las fechas importantes, me ha costado caro pero así es mi cabeza- pero no dejo de percibir, cada día, que Octavo Cerco es mi lujo. El lujo inefable de escribir lo que se me ocurra en la Cuba, como diría Orlando Luis Pardo Lazo, post-todo. He llegado al punto de salir a la calle a comprar el Granma. Ese mal llamado periódico que a mis amigos les provoca espasmos de desagrado, para mí se ha convertido en material de estudio.

No le he perdido el miedo a la seguridad del estado y de vez en cuando me entran estados de paranoia, sin embargo sigo haciendo lo que me da la gana. Miro la telenovela “Las razones de Cuba” y me tranquilizo: ellos llegan a niveles de paranoia y de miedo para mí desconocidos. Le he perdido el temor a la política, animal sin nombre en esta isla. Hablo de lo que quiero cuando quiero y descubrí, el fin de semana, que eso puede molestar.

Son muchos los casos de autodenominados “revolucionarios”, militantes del Partido Comunista e incluso combatientes fervorosos que un día le dijeron a un electrón libre como yo: Ten cuidado con lo tus palabras, pones en riesgo tu vida y la de las personas que amas. ¿Quién es realmente el más gusano: yo que digo lo que pienso, o el que dice creer en un sistema con la capacidad de “eliminar” a ciudadanos como yo?

Aunque no son estos los que me dejan boquiabierta, porque hay toda una generación de aterrorizados comunistas sin fe en el ayer, en el hoy y en el mañana. Más que tener el cerebro lavado por un tercero se lo lavan ellos mismos cada mañana antes de salir de la casa, y así sobreviven. Los que me hacen tragar en seco son los “yo paso de todo”, esos que mueven la cadera duro al ritmo de la decadencia nacional y cuando escuchan un lyric político bajan el volumen y gritan: ¡Yo sí no, a mí de política nada! Pero luego se levantan a la mañana siguiente y maldicen, bien bajito, un nuevo amanecer de sus cuerpos en La Habana.

jueves, 10 de marzo de 2011

miércoles, 9 de marzo de 2011

Cielo azul

paisage
Foto: Leandro Feal

El azul del cielo es tan intenso que me ciega. No hay calor. El mar al fondo y la línea rectísima del horizonte. Hoy La Habana es bella. Esta isla no se merece esto, lo digo en alta voz sin darme cuenta. Sonrío y pienso que yo tampoco lo merezco, ni el tipo que cruza de frente por la acera. No, él tampoco se merece esto.

El poder, la peor droga del mundo. Imagino a Raúl Castro renunciando a sus cargos en el Congreso del Partido… no cuesta nada soñar. Atravieso el parque de Lennon y una adolescente le cuenta a un grupo de muchachas que el domingo estuvo en el mitin de repudio contra las Damas de Blanco y que las insultó. Me paro en seco. Tengo puestos los audífonos para evitar oír sandeces de semejante calaña pero ellas se las arreglan para entrar en mis oídos y taladrarme el cerebro.

Quito la música, camino hacia ella y le pregunto: ¿Por qué le gritaste a las Damas de Blanco? Se asustó:
- No sé, todo el mundo gritaba.
- No, no todo el mundo. Yo nunca he gritado. ¿Por qué gritaste tú?
- No sé.

Sintió vergüenza. Las amigas hacían silencio absoluto.
- La próxima vez piénsalo mejor- le dije y me fui.

El cielo seguía azulísimo, aunque ya no veía el mar lo presentía -eso siempre nos pasa a los isleños- y aún nada de calor. El paraíso, pensé, el paraíso en el infierno. Miré a las muchachas de lejos. No, no lo merecen, ni siquiera saben que no lo merecen.

lunes, 7 de marzo de 2011

El mesero

pinguino
Obra: Luis Trápaga
Mi amiga llegó de Europa y fuimos a comer juntas. Mientras esperábamos a su esposo pedimos un trago cada una y el mesero, al rato, le preguntó:
- ¿Está buena la bebida?

Aunque yo también había terminado mi copa mi opinión no le interesó. Mi amiga se insultó. Yo me reí.
Llegó su esposo y pedimos. Una vez más el mesero se acercó a la mesa y le preguntó:
- ¿Le gusta la comida?

Perdí la compostura. Me empecé a reír a carcajadas y el tipo me miró sorprendido. Recordé el chiste del hombre que va al psiquiatra y le cuenta al médico que las personas lo ignoran, el doctor mira hacia la puerta y grita ¡El próximo!

Pedimos la cuenta y él, por tercera vez, fue a la carga:
- ¿Le gustó el lugar?
Esta vez respondí yo:
- Me ha gustado todo salvo el hecho de que usted sólo le pregunte a ella.
- Es que no sé hablar inglés. ¿Podría usted preguntarle en inglés si le gustó la comida?
- No me refiero a ella, digo que debería preguntarme a mí también.
- Es que no sé hablar inglés.

Mis amigos terminaron por reírse también, el mesero se fue conforme con su trabajo y yo comprobé lo que es hablar el mismo idioma y no comprenderse. Salí cuestionándome, con cierto desasosiego, a dónde hemos llegado los cubanos.

viernes, 4 de marzo de 2011

Todas las culpas las cargo hoy

Claudialluvia
Foto: Lía Villares
La culpa debajo de la piel, en el aire, en la mirada, en el andar. La culpa que rebota en la culpa de los otros. La culpa de ninguno y de cada uno y de todos. La culpa del miedo. La culpa de él, del abuelo, del coma, del innombrable, del reflexionista, de barbapapá… su gran culpa.

La culpa de las calles rotas, del calor, del mar. La culpa del sinsentido y del verdeolivo. La culpa de quedarse, de salir, de correr, de huir, de morir. La culpa del Malecón, del calor, de la dicha y de la tristeza. La culpa de vivir, de sobrevivir, de volver, de empezar, de nunca terminar.

martes, 1 de marzo de 2011

La telenovela de la Seguridad del Estado



Los segurosos se han lanzado con un culebrón, se llama “Las razones de Cuba” y está malísimo. La que escribe –oh sí- estaba incluida como extra en el guión. Arriba les dejo el mensaje que Carlos Serpa -seguroso confeso- dejó en mi contestadora la víspera de la première, el sábado en la noche por Cubavisión, para exasperación de media Habana que no soporta ni un segundo más de propaganda ideológica por televisión.

Sinceramente en Villa Marista están necesitando un asesor de imagen, y también un logopeda. Quizás estén cortos de presupuesto o de recursos humanos, pero es importante –digo yo- que la gente sepa hablar, sobre todo cuando van a dar conferencias o a lanzarse como actores de telenovela estilo James Bond tropical. Nada tan deprimente como la vulgaridad, la falta de educación y el acento chusmo de los últimos personajes que han dado el salto de la fama desde las filas de la Seguridad. Si esos son los presentables, ¿cómo lucirán los que no vemos? El ministerio se me parece cada vez más a un zoológico, y los oficiales unas pobres marionetas sin clase que el sistema mueve como peones a su antojo. Los últimos peones que le quedan: los chivatones.

¿Quién se presta para ser chivatón? Dura la realidad a la que se enfrenta el poder, pues la calidad humana de los que aceptan semejante trabajo a estas alturas del campeonato deja bastante que desear: principios torcidos, sin valores, sin vergüenza, amorales, incultos, vulgares y muy, pero muy, mediocres y envidiosos, dos sentimientos que parecen siempre ir de la mano.

domingo, 27 de febrero de 2011

Voces 6

voces6

viernes, 25 de febrero de 2011

Preludios

ninahabanavieja
Foto: Leandro Feal
Hay dos Cubas, una en la que nunca pasa nada y otra revuelta, que bulle y no para de mandarme señales de cambio. La vida me mueve de una a la otra y no puedo nunca estar segura de cuál de las dos es la real. En cualquier caso la cúpula sobre nuestras cabezas tiembla. Y para saberlo no necesito otra prueba que el miedo que se respira en la Televisión Cubana, en el Noticiero Nacional de Televisión, en las calles llenas de segurosos, en el extraño apagón en el cine Chaplin –sede de la Muestra de Jóvenes Realizadores- el 23 de febrero, justo el primer aniversario de la muerte en huelga de hambre de Orlando Zapata Tamayo, en los numerosos arrestos de corta duración, en la paranoia absoluta de esos que pretenden perpetuarse la propiedad de la isla en la que nací.

Miran con ojos desconcertados el Medio Oriente, se tambalean –una vez más- las dictaduras del mundo y aquí el espanto de las cimas llega hasta nosotros. Veo con horror cómo en la televisión no condenan los asesinatos de civiles, acusan a los manifestantes de “jóvenes manipulados por occidente”, justifican las matanzas cometidas por ejército y terminan por apoyar a cuanto dictadorzuelo en el mundo mata por mantener el control.

No hay que ser demasiado suspicaz para cogerle el pulso al temor: han reunido a los jóvenes de las Unión de Jóvenes Comunistas y les han leído la cartilla, de noche los camioncitos de la seguridad del estado hacen recorridos por el Vedado y le piden el carnet a todo muchacho sospechoso, lo que viene siendo lo mismo que a todo muchacho, pues para los ancianos que ostentan el control en Cuba, ser menor de treinta años se ha vuelto un estatus de peligrosidad.

Siempre creí que el miedo era nuestra espada de Damocles y que desde el gobierno nos miraban como ovejillas indefensas y temblorosas. He descubierto que el temblor de los pastores es mayor que el de las ovejas. Que en el Comité Central la paranoia y el miedo se han convertido en política de estado. Aunque lo intenten, por más que aparenten estar cómodos en las sillas del totalitarismo, ellos saben que la madera está podrida y que desaparecerán. Los Dinosaurios van a desaparecer*.

*Los Dinosaurios, de Charly García

lunes, 21 de febrero de 2011

La parada

guaguas
Foto: Claudio Fuentes Madan
Normalmente la 27 se cogía en 23 y 12, justo frente al edificio donde un día los cubanos se enteraron que la Revolución era nada más y nada menos que comunista. Claro, lo llamaron “Declaración del carácter socialista de la Revolución”, pero teniendo en cuenta que detrás de cada carácter estaba el partido comunista soviético, todos supieron lo que venía.

Cincuenta y seis años después los bancos del monumento sólo sirven para esperar la ruta Habana Vieja-Cerro y eso con cierta desconfianza, pues ya se han caído dos balcones del edificio. Hace unas semanas –quizás por temor a que algún balcón sobre la cabeza de un transeúnte creara una atmósfera maldita alrededor de la proclama- lo han empezado a reparar. La 27 ahora tiene un nuevo punto, en 21 y 12. Como nada de esto es publicado en ningún sitio, salvo para los vecinos del barrio y los habituales de la ruta, el resto del personal cree que la guagua para donde siempre. Últimamente hay dos colas de espera, una que se ve desde mi ventana, y la otra en medio de los escombros de la construcción.

El chofer protesta porque tiene que frenar y abrir puertas dos veces y le grita a la gente ¡La parada cambió, ahora es en 21 y 12! Una mujer ofendida responde –Si es que en este país todo cambia y nadie se entera. Entonces el chofer se sorprende: -¿Cambió algo señora? Porque yo creo que aquí no ha cambiado nada de nada. En eso me metí yo, que no puedo dejar de aprovechar las ocasiones, y dije: No se preocupe, no puede faltar mucho para el cambio. La mujer me miró sonriente y el chofer agregó: ojalá niña, ojalá.

viernes, 18 de febrero de 2011

Armonía de espantajos

armonia
Foto: Claudio Fuentes Madan
Siento pena ajena cuando alguien se me acerca para darme una opinión sobre mi país después de 72 horas en él. Sobre todo cuando me resumen la realidad con tres oraciones y una visión “armónica” de la isla, adquirida luego de un recorrido nacional que incluye, por supuesto, Varadero, Trinidad y Viñales. Cuento hasta tres, hasta veinte, hasta cincuenta. No conozco Trinidad, detesto Viñales – sobre todo porque a dos kilómetros hay otro pueblo sin electrificación ni agua potable- y Varadero, obviamente, no es Cuba.

¿Qué responde uno ante la aseveración de que es preferible mantener el gobierno tal cual y no empezar la transición en medio de la crisis capitalista? ¿Cómo explicarle a una persona que la crisis comunista nunca ha terminado? ¿Cómo fundamentar que si existe algo peor que el monopolio es el monopolio de estado? ¿Cómo resumir mis 27 años en esta isla en una conversación de dos horas? ¿Cómo hablar de la corrupción si no hay pruebas? ¿Cómo contar el proceso de purgas en el seno del Partido Comunista desde que Raúl Castro asumió el poder si no sabemos lo que está pasando salvo cuando ruedan las cabecitas defenestradas? ¿Cómo explicarle a alguien –sin ofenderlo- que después de del período especial, la polineuritis y la avitaminosis, la crisis económica mundial suena a chiste primer mundista?

No sé si valga la pena intentarlo. Yo me devano los sesos y siempre me queda la sensación de no haberlo hecho bien, de no haber dicho todo lo que siento, de no poder responder y sentirme tranquila conmigo después. Me desconcierta la pregunta ¿y tú, qué pretendes con tu blog? No sé qué pretendo. No sé hacia donde voy. ¿Cuáles son los objetivos concretos de la libertad salvo ejercerla con libre arbitro? ¿Por qué es tan difícil imaginar que una persona un día decidió ser libre?

martes, 15 de febrero de 2011

El televidente desconcertado

reja
Foto: Claudio Fuentes Madan
Estoy sentada en la computadora con el televisor de fondo –a veces soy medio masoquista- y de pronto una lista llama mi atención: iPod, iPhone, dvd, celulares y memorias flash. La locutora explica que los niños de nuestro tiempo ya saben manejar a la perfección estos implementos tecnológicos. ¿Los cubanos? Recuerdo a los niños de frente a mi casa y no me los imagino “controlando” un iPhone. Estoy segura de que nunca han visto uno.

El programa es Hurón Azul y el tema el acceso informal a la información, especialmente los audiovisuales. ¡Vaya con el título! Ahora en Cuba la información se divide en formal e informal. ¿Cuándo dejaron de existir los medios oficiales que no me enteré? Son pequeñas entrevistas donde especialistas dan su opinión. Me habría encantado decir que se dijo de todo, pero en cuanto a las opiniones, no hubo casi nada. Me admira la capacidad que tengo aύn para sorprenderme con el grado de censura, prurito y mordaza que ostenta nuestra ¿formal? Televisión Nacional.

La locutora nos explicaba cómo el consumo independiente de información está tan generalizado que las personas ya no pueden “discernir” entre las diferentes posibilidades. Un señor aseguró que el público acostumbra a ver cosas infames. Según ellos la producción que más circula no apuesta por la calidad artística ni cultural y los jóvenes –pecado capital- prefieren los shows y las telenovelas. Para matizar el discurso reaccionario alguien interviene y asegura “Yo tengo la libertad de ver lo que quiera”. Aunque podría mejorar su nivel si asume otras propuestas, esas que la institución tiene la responsabilidad de brindarle. El clímax llegó cuando un señor protestó porque hay personas que transitan por la información sin, lamentablemente, ningún control. Según él se debe legislar, hay que ponerle un control a la circulación de material alternativo.

Casi me caigo de la silla. ¿Controlar más el flujo de información en Cuba? Dios mío, pero si estamos en apagón informático, con cincuenta años de atraso y sin demasiadas posibilidades. La prensa, la televisión y la radio responden directamente al Comité Central del Partido Comunista. No hay ni una mínima posibilidad de hacerle la competencia a la massmedia del estado y ellos tienen el cinismo de querer más control. La prensa independiente es acosada por el gobierno y soñar con acceder a cualquier espacio público es una quimera.

¿Cómo podrían controlar más? Es ridículo. Además, todo el tiempo me parece un programa citadino, de una Habana pequeña que va desde Siboney hasta el Vedado, excluyente de los miserables suburbios agonizantes y repletos de gente que nunca ha visto una memoria flash. ¿Cómo pueden hablar de audiovisuales y equipos de DVD -uno de los entrevistados le llama el monstruo DVD, si ve un iPad infarta- cuando gran parte del campo no tiene ni siquiera líneas telefónicas? ¿A quién se le ocurre pensar que una institución es responsable de las telenovelas o los seriales que yo quiero ver? ¿O que tiene que haber una política de control del consumidor incluso cuando éste no mira la televisión ? ¿En qué año están en la televisión cubana?

Las nuevas tecnologías han llegado -ahora ya sin dudas porque ellos mismos los lo dicen- gracias a la tenacidad del cubano de acceder a todo aquello que el gobierno ha intentado arrebatarle. Son un fenómeno aún recién nacido en esta isla y no creo, sinceramente, que tengan ninguna posibilidad de frenarlo. Es difícil encontrar dos colmos al mismo tiempo, sin embargo cuando la locutora concluyó con la rotunda frase “La tecnología, derecho universal de nuestro tiempo”, yo me caí por segunda vez de la silla.

sábado, 12 de febrero de 2011

Mi fe en otra parte

vedado
Foto: Claudio Fuentes Madan
Recibí la llamada de un amigo que hace poco salió de Cuba. En un momento de la conversación sentenció “Esto no es otro país, es otro planeta”. Colgué el teléfono y me sentí alienígena en la tierra. Miro por la ventana y los cables cuelgan destartalados desde los postes como si el ciclón hubiese sido ayer. Llego a 23 y 12 y no hay luz. En 23 y G hay electricidad pero el semáforo es controlado por un policía y la calle está desierta: va a pasar Raúl Castro. Miro una foto de un edificio lleno de cristales -una de esas construcciones modernas llenas de luz- en algún lugar del mundo y me pregunto cuándo La Habana renacerá de sus ruinas. Me siento en el parque y disfruto de los árboles. Hay papeles y churre por todas partes pero aún el aire de mi ciudad me gusta. Me pregunto cuánto tiempo durará ese placer.

Regreso a mi casa. Prendo el televisor y está el noticiero. Fritz Suárez Silva delira sobre un comunicado de Osama Bin Laden. Dudo de mis sentidos. No entiendo si defiende a los terroristas o si habla mal de Obama. Me fundo y apago el televisor. Quiero saber qué pasa en Egipto pero en la televisión cubana lo manipulan todo. Vuelvo a asomarme a la ventana y recuerdo las fotos de la revolución verde iraní. Me da nostalgia. Es ridículo sentir nostalgia por algo que no se ha vivido. Recuerdo el seis de noviembre y a toda la parada de G y 27 mirando con la boca abierta y los ojos estúpidos cómo un grupo de hombres de civil metía a la fuerza a tres mujeres en un carro. Me río. No puedo imaginarme las calles de este Vedado inundadas de jóvenes pidiendo democracia.

No me voy a poner pesimista: siempre me queda la red. Cuando me conecte a Internet se me quitará este mal sabor de la boca. Esta sensación de mundo cambiando y yo en otro planeta. Olvidaré los tres carros negros de Raúl Castro paralizando aún más, aunque parezca imposible, el tiempo de mi realidad. Recordaré que los espacios públicos ya no tienen por qué ser materiales. Volveré a sentir que es posible, que un día va cambiar, que la libertad de mi vida en la red será un día la de mi vida en la calle. No importa cuánto falte. Yo sabré esperar.

jueves, 10 de febrero de 2011

Los malos

ninamala

Como los niños cuando salen en el televisor salto de alegría al ver mi foto en el PowerPoint surrealista de la video conferencia “Campañas enemigas y política de enfrentamiento a los grupúsculos contrarrevolucionarios”. Digo como los niños porque se ve tan mal que tengo que señalarme con el dedo y aclarar “esta soy yo”. Aunque mis amigos no me reconocen por lo borroso de la imagen comparten mi alegría: me siento una estrella de la “ciberguerra mediática” y eso, no se puede negar, es muy divertido. Hemos visto el video como cuatro veces y cada vez me causa más risa. El compañero conferencista de la Seguridad del Estado ha revolucionado el chiste cubano en menos de 72 horas, hay que reconocerle el mérito.

Me he esforzado pero no he logrado tocar el tema en un tono serio: el caso del profe de nuevas tecnologías da grima. He escuchado comentarios de todo tipo, un amigo me preguntó desconcertado ¿Pero quién es el enemigo, Facebook? Otros me piden un resumen de la historia pero me declaro incapaz: cualquier descripción es infinitamente inferior a la realidad. Recordé, al ver el programa, un artículo de Enrique Ubieta en la Calle del Medio que me causó la misma impresión, se llamaba “Be stupid” y, según el concepto de blogger del autor, no había nada más atractivo. ¡Extraña propaganda negativa esta que levanta la autoestima de las víctimas!

Sin embargo -y tratando de ponerme grave en medio de tan irrisoria situación- miro a ése para el que soy el enemigo en la red, el soldado de una guerra que parece narrada por George Berkeley y me pregunto por qué le miente tan descaradamente a un grupo de militares. No se trata ya de difamar la figura de Yoani Sánchez, ni de considerar contrarrevolucionaria a la red social de la vocacional Lenin, ni siquiera la fascista expresión de “ellos están entre nuestros hijos”, justo como dijo un día Hitler de los judíos, me sorprende. Atónita me deja el cinismo, la desvergüenza y la falta de respeto con que ese hombre miente sobre el uso de la red y las formas de acceso alternativas. No sé dónde están las redes satelitales que menciona, formadas -¡oh milagro!- por una cámara de video, cinco blackberries y un tarequito wi-fi. Pretendo hacer un recorrido por el Vedado con mi laptop a ver si me encuentro alguna…no me vendría mal.

Se necesita un muy alto grado de inmoralidad para aprovecharse de la ignorancia de un grupo de personas y mentirles tan desfachatadamente. Hasta me dio pena con el público, le dan a uno ganas de explicarle a esa gente que la cosa no es ni remotamente así. Y entonces me pregunto ¿Quién es realmente el enemigo del policía cibernético? ¿Qué intención oculta hay detrás de tanto engaño? ¿Por qué la seguridad del estado necesita hacerle creer a los militares que hay una red satelital alternativa de acceso a Internet en Cuba?

La estrategia de control esta vez, me parece, no es ni para la blogosfera alternativa, ni para los muchachos que solicitaron becas de estudio en los Estados Unidos, ni para las redes sociales de facebook y twitter, ni tampoco para los intercambios culturales entre cubanos y cubano-americanos. La estrategia de control es para –por increíble que parezca- su propio bando: el MININT y la PNR. ¿Qué peligro presentan estos ministerios para la seguridad del estado que ésta les prepara tele clases de embuste?