jueves, 31 de marzo de 2011

Mi encuentro con Jimmy Carter

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Foto: wikipedia
La primera vez que escuché a Jimmy Carter fue en el año 2002. Mis recuerdos son confusos pero tengo clavado un instante en la cabeza: su intervención en el Aula Magna de La Universidad de La Habana. Aún me río al recordar a Hassan Pérez, en aquel momento sin aún ser defenestrado y a cargo de la Unión de Jóvenes Comunistas, lanzarle al presidente una supuesta pregunta en tono de metralleta y de aproximadamente tres minutos. Con dulzura Carter le pidió repetirla, pues lamentaba no haberla comprendido. Fue histórico aquel día para los cubanos, pues en plena televisión cubana supimos que el proyecto Varela existía, y que Osvaldo Payá había logrado las once mil firmas que se necesitaban para cambiar la constitución cubana. El proyecto Varela fue ignorado y vilipendiado por el gobierno, la Constitución cambió para peor y llegó la Primavera Negra. Yo tenía veinte años.

Ayer en el hotel Santa Isabel tuve el honor de conocer a Jimmy Carter, de escucharle y de que me escuchara. Y también tuve la tremenda satisfacción de compartir la mesa con muchos de los que desde hace años –más de los que yo tengo- pujan por cambiar las cosas en esta isla cansada. Hombres y mujeres que han pasado todas sus vidas uniendo granitos de arenas para salvar la sociedad civil, para que se respeten los derechos humanos, que han sufrido cárcel y que han sacrificado sus sueños personales en pos de los sueños de toda una nación.

Sé que en manos de Jimmy Carter no están las soluciones de toda una Cuba. Sé que a pesar de todos los que en el camino han dejado el alma por esta tierra aún estamos estancados en una extraña “Revolución” de medio siglo. Sin embargo reuniones como las de hoy me recuerdan que no importa cuánto falte, al final del camino hay luz.

martes, 29 de marzo de 2011

El legado

OvejaNegra
Foto: Claudio Fuentes Madan

La Habana duerme desde que nací. Me gusta pararme al final de la calle 12 y ver la línea que dibuja el mar a lo lejos. Casi todos mis amigos viven, o pretenden vivir, del otro lado de esa línea. Adonde mis ojos no pueden llegar.

Leo “El Color del Verano” de Reinaldo Arenas y me siento parada más allá de la ficción. Me alegra, de cierta forma, que Reinaldo no haya visto su novela hecha realidad, con cincuenta y dos años de revolución. Soy una especie de personaje después del Gran Carnaval. Somos todos los sobrevivientes de las páginas que no escribió porque para él cincuenta era ya un número bastante grande, bastante redondo. Nosotros ya hemos perdido la noción de los números enteros, la noción de todos los números.

Vivo la sensación de respirar un cambio que, sin embargo, no puedo intuir. Me parece que estoy en el final pero abro los ojos y en realidad no es más que el comienzo. Las cosas terminan, los seres envejecen, las ciudades cambian y las ideologías mueren. Sin embargo hay días en los que me levanto con la impresión de haber despertado el día anterior.

jueves, 24 de marzo de 2011

Salir en la tele

luz
Foto: Orlando Luis Pardo Lazo

Salir en la televisión siempre es un acontecimiento en la vida de cualquier persona común. Pensé que tendría miedo, nerviosismo, ansiedad. Sin embargo cuando vi mi banner y mi foto en “Las razones de Cuba” sentí orgullo. Pienso que hay en Octavo Cerco muchos textos sobre política, en los que sin pelos en la lengua digo palabras como totalitarismo, autocracia e impunidad, hay otros en los que con desenvoltura me burlo de Fidel Castro, de Raúl Castro o de otro que me resulte desagradable en el desfachatado gobierno cubano. Pero por alguna incomprensible razón mostraron dos veces la entrevista que le hice a Erick J. Mota a propósito de su novela “Habana Underguater”, escritor cubano de ciencia ficción que ha sido varias veces galardonado con premios nacionales. ¿Quién comprende a la seguridad del estado?

En el caso de Yoani, una mención detallada de cada uno de sus premios sólo sirvió para demostrar que no necesita financiamiento puesto que su talento es internacionalmente reconocido por instituciones prestigiosas. La suma de medio millón al final me dejó estupefacta, pues aunque no soy buena en matemáticas, me sobraron unos dígitos al final. No obstante, si Yoani Sánchez se hace millonaria con sus premios y continua apoyando con sus ingresos el desarrollo del libre acceso a la información, rompiendo el monopolio estatal sobre ésta y abriendo caminos para la sociedad civil en Cuba, entonces que le pongan tres ceros más a la cifra del televisor.

Por otro lado, la técnica de la seguridad del estado de ponerle nombres atractivos a sus blogs y sitios para ubicarse en los buscadores, resultará muy útil en Internet, pero en la televisión cubana, donde miles de ciudadanos que nunca han entrado a la red de redes –y contrariamente a las palabras de Elaine Díaz sí que lo necesitan y mucho- se preguntarán si “Cambios en Cuba”, “La isla desconocida” y “La polémica digital” no son títulos lo suficientemente contestatarios como para ser vistos como contrarrevolucionarios.

lunes, 21 de marzo de 2011

Buscando el aire de Cuba III

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Foto: Leandro Feal

Texto: Boris González Arenas
“En la consumación de los tiempos
se oirá la voz de un cubano
trepando a la palma real, gritando:
¡Sólo hombre soy!

José Lezama Lima a propósito de Nicolás Guillén

Leyendo trabajos escritos en Cuba, es común que me venga a la mente la idea de que nuestra precariedad tecnológica, la ausencia de información y un desfavorecido acceso a la producción intelectual mundial, determinan que todo aquello que en nuestro país se escribe o piensa lleve las marcas de una segunda isla, apartada no por disposición geográfica, sino por este estado de cosas tan difícil de definir pero que a la vez produce un país sin rumbo, el deterioro, sino desaparición, de ciudades, industrias, seres humanos, todo ellos sin reemplazo y a cuyo panorama sus gestores insisten en querer que lo miremos con una sonrisa en el rostro y la conformidad en el espíritu. Pero como mismo el hambre no se combate con fotos de alimentos, la sonrisa no crea felicidad y un espíritu que finge no genera convicción.

De muchas maneras nuestros textos deben estar transidos por esa marca, el de aquél, el mío, el de todos. He leído recientemente Propuestas para el avance al socialismo en Cuba, escrito por Pedro Campos y, según afirma el documento, otros compañeros. El esfuerzo es apreciable, se moviliza desde el derecho del ciudadano sin poder, en un país donde esta es la condición de la mayoría, para exigir con una audacia que no se le pide y que para las elites a las que está dirigido, es indeseable. Es un documento extenso dividido en veinte partes enumeradas. Tales partes estimulan la apreciación de nuestra realidad de modo más pleno.

No dejo de sentir, sin embargo, que el escrito de Campos está dirigido a un país que no existe, no me parece que sea ni pueda ser Cuba. Además, a la precisión de sus enunciados a veces la vuelve difusa una exposición imprecisa, capaz de movilizar la duda sobre el alcance que pretenden.

Las palabras no significan lo que dicen los diccionarios. Las palabras están cargadas de sentido y las épocas llevan, en los sujetos que las habitan, significados rigurosos y variables. Así pasa en Cuba con el calificativo de revolucionario que Pedro Campos usa, sin que sepamos quiénes son revolucionarios y quiénes no, y cuál será la suerte de los no revolucionarios en su socialismo avanzado. No sabemos qué es revolucionario para Pedro Campos, pero sí sabemos lo que ha sido la revolución castrista. Garantía del escarnio, la prisión y la muerte para aquellos seres humanos que ella llamó “contrarrevolucionarios” y que somos todos desde que el sistema de Fidel Castro se aseguró ser el proveedor exclusivo de tal condición.

Pienso que sostener en Cuba la noción de revolucionarios enfrentados a contrarrevolucionarios, cualquiera que sea el concepto de tales que se maneje, es un buen punto de partida para no estar escribiendo sobre el presente. Cuba amerita la reconciliación, no la reactivación de viejas confrontaciones que, si alguna vez tuvieron sentido, ya eran cosa del pasado en una época tan temprana como los años setenta.

Es más que necesario distanciarse de una retórica que con Fidel Castro esclerosó y que, en sus resurgimientos, no hace sino proferir balbuceos como que “la guerra atómica acontecerá después del partido de Holanda contra España”, “nuestros cinco héroes regresarán ayer” o “el socialismo no sirve para nada aunque en realidad no quiero decir esto”.

Cuando las Propuestas… pretenden reconocerle al gobierno de Raúl Castro la capacidad de haber sacado al país del inmovilismo, no hacen otra cosa que enunciar el abandono y el dejar de hacer que caracterizaron al gobierno de Fidel Castro. ¿Por qué entonces no decirlo? Ese inmovilismo no es una frase sin más, ese inmovilismo le ha costado a nuestro país décadas de criminalidad, de esfuerzos anulados, de esperanzas martilladas, y de hermanos separados. Ese inmovilismo es una de las tantas traiciones de Fidel Castro a Cuba.

Otra contradicción es posible que salte en la lectura de las Propuestas… En uno de sus artículos, valiente sin duda, afirma que:
“El actual control de las Fuerzas Armadas sobre empresas económicas no militares, deberá ser cedido paulatinamente a las entidades del PP correspondiente y al control de sus trabajadores. Las Fuerzas Armadas y los órganos de seguridad funcionarán, de acuerdo con el presupuesto aprobado por la Asamblea Nacional del Poder Popular y sin autonomía económica propia, con el más estricto apego a la Constitución”

¿Es que acaso aquello que podríamos llamar como “estrategia del gobierno” para movilizar lo inerte, consiste en algo más que mantener la política de dotar al ejército de más y más empresas de naturaleza civil y penetrar a aquellas que son civiles con administraciones y jefes militares? No creo que signifique superación importante del inmovilismo permitirle al cubano desempleado forrar botones, podar palmas o alquilar sus viviendas desvencijadas.

Otro tema discutible a la hora de clasificar al gobierno de Fidel Castro y su joven hermano, es que hayan creado un sistema de gobierno estalinista. Al menos tiene que permitirse el cuestionamiento de que el estalinismo sea un sistema y de que las tiranías puedan generar algo parecido a un sistema. Al asociar los despotismos con sistemas, se crea la ilusión de algo compartido, pertinente. Parecería que tan solo se trató de un error de elección, estaban la democracia y el estalinismo y se eligió mal. Al aplicarle el calificativo de estalinista, se distancia al castrismo de otras emanaciones inspiradoras como fueron Francisco Franco, toda una pléyade de déspotas americanos o Benito Mussolini, autor del concepto: “Dentro del estado todo, fuera del estado nada”, tan alegremente adoptado por Castro.

La teoría socialista contemporánea tiene frente a sí una situación bien difícil, no cabe duda. Carlos Marx, en sus acuciosas descripciones de las dinámicas sociales, parecería más un filósofo contemporáneo; en su afán de encontrar las claves trascendentales del desempeño humano, recuerda mejor a los filósofos que le precedieron. Los aspectos del pensamiento marxista de los que derivaron las construcciones ideológicas del estado soviético, se basaron precisamente en estas reglas trascendentales, en el afán de un sistema. Cambiando la base, decían los alquimistas del socialismo real, se cambia la superestructura, desaparece la lucha de clases y el hombre va al trabajo como a una fiesta.

Así todo era fácil para un teórico socialista del siglo veinte, pero no para uno del veintiuno. Tan extraño paradigma se vino abajo con muchas acciones, el Gulag estalinista, la primavera de Praga y el éxodo del Mariel, entre muchos otros crímenes. El teórico socialista de hoy encuentra un panorama más difícil, aun aceptando los enunciados de Marx, la lógica de su ejecución no es tan simple.

Las Propuestas… parecen, por momentos, narradas con la lógica propia del discurso del “socialismo real”. Aseguran en uno de sus acápites que con el avance del movimiento cooperativo y la justicia que tal forma de gestión económica implica, se modificaría la sociedad y surgirían formas de conciencia social nuevas y, presumo que Pedro Campos y sus compañeros suponen que más justas.

Las Propuestas… son un documento esperanzador, aunque entre las cosas para las que sirvió el siglo XX está el haber privado al concepto “socialismo” de un privilegio que ningún concepto merece, el de estar asociado a un saber hacer anticipado, libre de toda duda y de toda práctica. Defender el socialismo no supone la nostalgia de los crímenes cometidos a su sombra, pero la virtud socialista tiene que plantearse su integración con la virtud de cada pueblo y época, con sus prácticas, y esas no están disueltas únicamente en el modo como sus ciudadanos trabajan.

Cuba está hecha del golpe del machete, productivo y mortal, de sus partidas y sus llegadas, de sus sonrisas, pero también de su dolor, de su afán de ser libre y de la traición de sus afanes, de tantas otras cosas y de sus palmas. ¿Por qué la palma como árbol nacional? Para los psicoanalistas quizás sea la palma un símbolo fálico, no lo es; en la cima de la palma airea siempre un penacho de hojas capaz de evocar la espesura de un pubis femenino y entre estos dos, entre las hojas y el tronco, crecen racimos de palmiche, cuyas semillas han fecundado nuestra nación hasta cubrirla con un manto de árboles semejantes. Como en nuestro paisaje, lo semejante debe ser, entre nosotros, evocación permanente de la fecundación. Fecundante debería ser entonces el socialismo, y no artero, timorato ni ensombrecido; no en Cuba.

Buscando el aire de Cuba I
Buscando el aire de Cuba II

viernes, 18 de marzo de 2011

La telenovela y yo

DiversionismoIdeologico
Foto: Claudio Fuentes Madan
Cuando un estado decide enfilar todas sus armas contra un ciudadano hay pocas cosas que a éste le queden por hacer. Sin acceso a los medios masivos de difusión, en un país de mínima conectividad a Internet, con leyes arbitrarias que atentan contra la libertad de expresión y con impunidad para difamar, tergiversar, mentir y dilapidar a los que piensan diferente en la televisión nacional, se reducen las opciones de las posibles víctimas.

El lunes pasado le tocó a Dagoberto Valdés, director de la revista digital Convivencia y, además, una de las mentes brillantes de nuestra destartalada sociedad civil. ¿Quién es el próximo? Nadie lo sabe. Sólo cuando vemos nuestros rostros desprestigiados en las imágenes del bodrio de programa “Las razones de Cuba”, nos enteramos si somos actores o no.

Vivo en la isla desconcertada. Nada mejor que la desinformación para el desconcierto. Por eso la semana pasada estuve un poco alterada: entre los comentaristas que me acusan de ser de la seguridad del estado, la seguridad del estado que me acusa de ser una “contrarrevolucionaria rabiosa” –palabras textuales dichas en un interrogatorio a un amigo- y la incertidumbre de verme en el televisor estuve a punto de perder la calma. Lujo, por supuesto, que no puedo permitirme porque esto hay que cogerlo, como reza el refrán “con espíritu deportivo”.

Se acabó para mí la época de los Serpas y los Fontes. Me da lo mismo quién es de la seguridad y quién no. Me importa un pepino lo que pongan en el televisor. No me interesa si me ponen sentada en el césped de G o con cara de terror-pánico en un mitin de repudio. Colgué los guantes, dije basta, hasta aquí llegué. Sigo libre con mi blog, escribiendo para ser feliz, para hace cable a tierra y para soñar una Cuba nueva porque de todas maneras, ellos ya van en retirada.

martes, 15 de marzo de 2011

Animal sin nombre

lengua
Foto: Leandro Feal
El 16 de octubre pasado mi blog cumplió tres añitos. Como es normal en mí olvidé el aniversario - siempre olvido las fechas importantes, me ha costado caro pero así es mi cabeza- pero no dejo de percibir, cada día, que Octavo Cerco es mi lujo. El lujo inefable de escribir lo que se me ocurra en la Cuba, como diría Orlando Luis Pardo Lazo, post-todo. He llegado al punto de salir a la calle a comprar el Granma. Ese mal llamado periódico que a mis amigos les provoca espasmos de desagrado, para mí se ha convertido en material de estudio.

No le he perdido el miedo a la seguridad del estado y de vez en cuando me entran estados de paranoia, sin embargo sigo haciendo lo que me da la gana. Miro la telenovela “Las razones de Cuba” y me tranquilizo: ellos llegan a niveles de paranoia y de miedo para mí desconocidos. Le he perdido el temor a la política, animal sin nombre en esta isla. Hablo de lo que quiero cuando quiero y descubrí, el fin de semana, que eso puede molestar.

Son muchos los casos de autodenominados “revolucionarios”, militantes del Partido Comunista e incluso combatientes fervorosos que un día le dijeron a un electrón libre como yo: Ten cuidado con lo tus palabras, pones en riesgo tu vida y la de las personas que amas. ¿Quién es realmente el más gusano: yo que digo lo que pienso, o el que dice creer en un sistema con la capacidad de “eliminar” a ciudadanos como yo?

Aunque no son estos los que me dejan boquiabierta, porque hay toda una generación de aterrorizados comunistas sin fe en el ayer, en el hoy y en el mañana. Más que tener el cerebro lavado por un tercero se lo lavan ellos mismos cada mañana antes de salir de la casa, y así sobreviven. Los que me hacen tragar en seco son los “yo paso de todo”, esos que mueven la cadera duro al ritmo de la decadencia nacional y cuando escuchan un lyric político bajan el volumen y gritan: ¡Yo sí no, a mí de política nada! Pero luego se levantan a la mañana siguiente y maldicen, bien bajito, un nuevo amanecer de sus cuerpos en La Habana.

jueves, 10 de marzo de 2011

miércoles, 9 de marzo de 2011

Cielo azul

paisage
Foto: Leandro Feal

El azul del cielo es tan intenso que me ciega. No hay calor. El mar al fondo y la línea rectísima del horizonte. Hoy La Habana es bella. Esta isla no se merece esto, lo digo en alta voz sin darme cuenta. Sonrío y pienso que yo tampoco lo merezco, ni el tipo que cruza de frente por la acera. No, él tampoco se merece esto.

El poder, la peor droga del mundo. Imagino a Raúl Castro renunciando a sus cargos en el Congreso del Partido… no cuesta nada soñar. Atravieso el parque de Lennon y una adolescente le cuenta a un grupo de muchachas que el domingo estuvo en el mitin de repudio contra las Damas de Blanco y que las insultó. Me paro en seco. Tengo puestos los audífonos para evitar oír sandeces de semejante calaña pero ellas se las arreglan para entrar en mis oídos y taladrarme el cerebro.

Quito la música, camino hacia ella y le pregunto: ¿Por qué le gritaste a las Damas de Blanco? Se asustó:
- No sé, todo el mundo gritaba.
- No, no todo el mundo. Yo nunca he gritado. ¿Por qué gritaste tú?
- No sé.

Sintió vergüenza. Las amigas hacían silencio absoluto.
- La próxima vez piénsalo mejor- le dije y me fui.

El cielo seguía azulísimo, aunque ya no veía el mar lo presentía -eso siempre nos pasa a los isleños- y aún nada de calor. El paraíso, pensé, el paraíso en el infierno. Miré a las muchachas de lejos. No, no lo merecen, ni siquiera saben que no lo merecen.

lunes, 7 de marzo de 2011

El mesero

pinguino
Obra: Luis Trápaga
Mi amiga llegó de Europa y fuimos a comer juntas. Mientras esperábamos a su esposo pedimos un trago cada una y el mesero, al rato, le preguntó:
- ¿Está buena la bebida?

Aunque yo también había terminado mi copa mi opinión no le interesó. Mi amiga se insultó. Yo me reí.
Llegó su esposo y pedimos. Una vez más el mesero se acercó a la mesa y le preguntó:
- ¿Le gusta la comida?

Perdí la compostura. Me empecé a reír a carcajadas y el tipo me miró sorprendido. Recordé el chiste del hombre que va al psiquiatra y le cuenta al médico que las personas lo ignoran, el doctor mira hacia la puerta y grita ¡El próximo!

Pedimos la cuenta y él, por tercera vez, fue a la carga:
- ¿Le gustó el lugar?
Esta vez respondí yo:
- Me ha gustado todo salvo el hecho de que usted sólo le pregunte a ella.
- Es que no sé hablar inglés. ¿Podría usted preguntarle en inglés si le gustó la comida?
- No me refiero a ella, digo que debería preguntarme a mí también.
- Es que no sé hablar inglés.

Mis amigos terminaron por reírse también, el mesero se fue conforme con su trabajo y yo comprobé lo que es hablar el mismo idioma y no comprenderse. Salí cuestionándome, con cierto desasosiego, a dónde hemos llegado los cubanos.

viernes, 4 de marzo de 2011

Todas las culpas las cargo hoy

Claudialluvia
Foto: Lía Villares
La culpa debajo de la piel, en el aire, en la mirada, en el andar. La culpa que rebota en la culpa de los otros. La culpa de ninguno y de cada uno y de todos. La culpa del miedo. La culpa de él, del abuelo, del coma, del innombrable, del reflexionista, de barbapapá… su gran culpa.

La culpa de las calles rotas, del calor, del mar. La culpa del sinsentido y del verdeolivo. La culpa de quedarse, de salir, de correr, de huir, de morir. La culpa del Malecón, del calor, de la dicha y de la tristeza. La culpa de vivir, de sobrevivir, de volver, de empezar, de nunca terminar.

martes, 1 de marzo de 2011

La telenovela de la Seguridad del Estado



Los segurosos se han lanzado con un culebrón, se llama “Las razones de Cuba” y está malísimo. La que escribe –oh sí- estaba incluida como extra en el guión. Arriba les dejo el mensaje que Carlos Serpa -seguroso confeso- dejó en mi contestadora la víspera de la première, el sábado en la noche por Cubavisión, para exasperación de media Habana que no soporta ni un segundo más de propaganda ideológica por televisión.

Sinceramente en Villa Marista están necesitando un asesor de imagen, y también un logopeda. Quizás estén cortos de presupuesto o de recursos humanos, pero es importante –digo yo- que la gente sepa hablar, sobre todo cuando van a dar conferencias o a lanzarse como actores de telenovela estilo James Bond tropical. Nada tan deprimente como la vulgaridad, la falta de educación y el acento chusmo de los últimos personajes que han dado el salto de la fama desde las filas de la Seguridad. Si esos son los presentables, ¿cómo lucirán los que no vemos? El ministerio se me parece cada vez más a un zoológico, y los oficiales unas pobres marionetas sin clase que el sistema mueve como peones a su antojo. Los últimos peones que le quedan: los chivatones.

¿Quién se presta para ser chivatón? Dura la realidad a la que se enfrenta el poder, pues la calidad humana de los que aceptan semejante trabajo a estas alturas del campeonato deja bastante que desear: principios torcidos, sin valores, sin vergüenza, amorales, incultos, vulgares y muy, pero muy, mediocres y envidiosos, dos sentimientos que parecen siempre ir de la mano.