Texto: La Salamandra Blanca
Esto de escribir para postear no es tan fácil para mí, lleva tiempo, concentración, esfuerzo, y algunos etcéteras, y más aun si escribir no es tu línea vocacional. Sobre todo cuando tienes ganas de decir, pero a la vez tantas cosas por hacer en tu vida cotidiana, como trabajar o hacer algo para suplir las necesidades y también los gustos que no te das con un salario. Porque aunque hay quien cree que ya por decir alguna crítica abierta al gobierno, el dinero “cae del Imperio”, no es así.
Sin embargo es muy halagador leer algo escrito por uno, publicado en la web, y ver los comentarios cada vez más crecientes de los que alientan. Y hasta los otros también, si se tomaron la molestia, qué bueno ¿no es así?, muchos me hacen reír. Aun cuando se confundan creyendo que es Claudia y no la Salamandra quien lo escribió, no me incomoda, es bueno que la feliciten a ella, es la dueña del blog ¿no?
Pero lo mejor de todo esto es estar cerca de lo que te hace vibrar en un espacio semimuerto, a veces inmóvil y pulverizado, poder ayudar o apoyar a gente llenas de valores y coraje para decir y hacer lo que piensan, aun cuando crees que no eres tan osado como ellos y sólo te crees anónimo o invisible, te sientes un tin más lejos de la necedad.
También lo es pasar momentos de emocionante alegría por saber que se ha avanzado otro paso en el camino de mover un poco más atrás el cordón que censura y segrega a los cansados de callar y esperar. Después de haber vivido, visto, leído u oído algo que sabes excede los límites de la supresión a la libertad ciudadana y que amenazando tratan de intimidar, no puedes más que satisfacerte cuando se logra aunar gente amiga, cercanos o no, para evidenciar la injusticia. Esa que demuestran al enjuiciar, meter a alguien preso, etiquetar de disidente lacayo o simplemente no publicar un libro, por la manera de vestir, cantar, escribir, sentir o pensar con todo el derecho de libertad.
Lamento que no puedan estar más cerca, in situ, mucha gente que apoyan con sus comentarios, aun cuando se agradecen mucho. Podrían, desde el supuesto anonimato o no, sentir mejor esa vibración y cada vez serían muchos más cuando haga falta estar para mover ese cordón cada vez más asfixiante pero también más movedizo.
Pero lo mejor de todo esto es estar cerca de lo que te hace vibrar en un espacio semimuerto, a veces inmóvil y pulverizado, poder ayudar o apoyar a gente llenas de valores y coraje para decir y hacer lo que piensan, aun cuando crees que no eres tan osado como ellos y sólo te crees anónimo o invisible, te sientes un tin más lejos de la necedad.
También lo es pasar momentos de emocionante alegría por saber que se ha avanzado otro paso en el camino de mover un poco más atrás el cordón que censura y segrega a los cansados de callar y esperar. Después de haber vivido, visto, leído u oído algo que sabes excede los límites de la supresión a la libertad ciudadana y que amenazando tratan de intimidar, no puedes más que satisfacerte cuando se logra aunar gente amiga, cercanos o no, para evidenciar la injusticia. Esa que demuestran al enjuiciar, meter a alguien preso, etiquetar de disidente lacayo o simplemente no publicar un libro, por la manera de vestir, cantar, escribir, sentir o pensar con todo el derecho de libertad.
Lamento que no puedan estar más cerca, in situ, mucha gente que apoyan con sus comentarios, aun cuando se agradecen mucho. Podrían, desde el supuesto anonimato o no, sentir mejor esa vibración y cada vez serían muchos más cuando haga falta estar para mover ese cordón cada vez más asfixiante pero también más movedizo.