Congreso de los CDR

“Tenemos que hacer a toda costa que el pueblo odie a los que no trabajan.”
Palabras de Esteban Lazo en el Congreso Nacional de los CDR

El jueves a las siete de la mañana pasó por 17 y 12 una guagua de esas de turismo pitando a todo volumen. Yo estaba en el esquina y me asusté pensando que era un accidente, porque normalmente los que pitan así son los recién casados y sé que las notarías a esa hora no están abiertas ni de casualidad.
Eran los participantes del no sé cuántos Congreso de los CDR, que muy ingenuamente pensaban que nosotros, los transeúntes, saldríamos a su encuentro con hurras y sonrisas. Tuve un flash-back de mi infancia: con una flor en la mano parada en Paseo saludaba la llegada de Gorbachov. Mis padres no habían ido extrañamente, a mi padre no le agradaba Gorbachov (hoy sé por qué) así que fui con una vecina y con su madre: parecía que Dios iba a pasar por delante de nosotros.
Por suerte el tiempo pasa, y la gente ya no tiene ganas de correrle atrás a nada ni a nadie. Todos miraban la guagua con desgano y yo hasta me reí por lo absurdo de la situación. ¿De verdad esperaban ser alabados por el pueblo a lo largo de su trayecto? ¿Por ese mismo pueblo al que quieren llevar a la cárcel por “ilegalidades”?
Cuando estaba en primer grado, año 89, fue un cura español a mi aula. La maestra nos dijo a todos que cuando el cura entrara le dijésemos que en Cuba nuestro Dios era Fidel. Cabría preguntarse en qué estatus pretenden los organizadores del congreso que los tengamos; si se tiene en cuenta la cita de mi maestra, bien podrían creerse la Santa Inquisición.