sábado, 20 de noviembre de 2010

El tiempo que no pasa

PortadaVitral
Ediciones Vitral "Dulce María Loynaz", tercera edición, noviembre de 2002
Me ha sucedido ya varias veces que al leer un cuento, una novela o ver una película de los años sesenta, me queda la sensación de vivir el mismo tiempo del autor. Estamos estancados en un período inmóvil. Hemos llegado al 2010 pero nos quedamos anclados a un islote del siglo veinte y no podemos escapar.

He leído una carta de Dulce María Loynaz en una vieja edición de la revista Vitral del año 2002. Me quedo un rato en los nombres del Consejo Editorial y en Dagoberto Valdés y descubro con dolor que estoy mirando el espíritu de una revista asesinada.

Me siento blasfema al escribir antes de compartir esta carta de una mujer a la que admiro con vehemencia y que parece, además, escrita ayer. Envidio con recelo su fe y su relación con el espíritu, envidio su capacidad para ver a dios en todos los caminos oscuros de la vida. Yo soy hija de otro tipo de misticismo, pagano quizás, y también menos íntimo. Sin embargo no quería dejar pasar mi pequeño homenaje a Vitral y a Dagoberto, que durante tanto tiempo mantuvieron una revista libertaria en esta isla, donde la libertad es un delito que se paga con la cárcel.

Carta de Cuba a San Martín


La Habana mayo 9 de 1962
Sr San Martín de Loynaz Amunabarro
                                            Presente

Con la pluma en la mano y el papel delante de los ojos, no sé aun cómo encabezar esta carta que me estoy atreviendo a dirigirte: no sé si poner, por ejemplo, “Venerado Santo y antecesor mío” o más bien sencillamente “Amado San Martín” o acaso “Mi celeste tío-abuelo”…
Ninguno de estos giros me complace: el primero me suena un poco pomposo y engolado; el segundo a cosa demasiado familiar y el tercero a vana exageración.
Sin embargo, de alguna manera he de llamarte y también de manera algo distinta ya que al fin y al cabo, si tú eres un santo, yo soy por uno de esos misteriosos caminos de la sangre tu humilde y mínima parienta.
Cierto que el parentesco es muy lejano, pero lejano y todo hay que contarme entre los descendientes del mismo tronco tuyo –que no fueron muchos- y aún entre ésos soy de los que llevan tu apellido en primer término, que son bastante menos. Y basta ya de enumerar los títulos; por lo demás, no tengo otros, o por lo menos, ninguno que aquí cuente.
Así pues ¿Cómo he de saludarte San Martín de la Ascensión Loynaz, en este día de gloria para ti y para nosotros, al celebrar tus bodas místicas, tu hermoso advenimiento a los altares?
¡Cuán arduo se me hace invocarte con algo más que el nombre, saludar en ti este gozo mío de ser brizna de hierba donde tú eres magna eclosión de lirios!
Bien se ve que no acierto a darte el adecuado tratamiento mas no por ello habré de detenerme y esta carta la vas a recibir por encima de todos mis tropiezos.
¿La recibirás de veras?
Olvida la pregunta Santo mío; yo olvidaré por un momento cuantas millas de cielo nos separan, cuantos millones de años luz o de años sombra, cuanta dureza de mi corazón incapaz de reconocerte aunque ahora mismo me tendieras la mano.
No importa, yo te escribo; pese a estos titubeos que me ves, escribir es lo único que hago más bien que mal en esta vida mía. Perdona la franqueza, te lo digo porque no sé si tú lo sabes. Es, pues, el medio más seguro que tengo de llegar a lo que quiero.
Sabrás también –porque eso sí te consta- que nunca te pedí cosa alguna, por más que del mentado parentesco tan ufana me sienta. Nunca tampoco para alcanzar favor que por otra razón no merecía, recordé en mis plegarias tu derramada sangre de la cual una gota siquiera habrá en la mía. No estaba bien hacerlo, desde luego, ni es cordura tratar en términos mundanos los asuntos del cielo. Pero tal vez a otros les hubiera tentado la ocasión, que un lenguaje tenemos y en él habemos de expresarnos.
Bueno, pues he aquí que vengo a hacer lo que jamás hiciera: vengo a pedirte si, por esa misma gota de sangre que nos une, que esta vez te dispongas a escucharme: es necesario que tú vuelvas los ojos, siempre elevados, siempre en éxtasis, y los hagas descender, como por un abismo, se es preciso, hasta encontrar los míos que te buscan, que se parecen quizá a los de alguna de tus hermanas, aquellas cándidas Marías con quienes jugabas de niño bajo los castañares del solar paterno. Es perentorio, imprescindible que me escuches hoy que vengo a pedirte por mi tierra.
Podría añadir que no pido para mí, pero eso no sería exacto. Si pido para ella, estoy pidiendo para mí, porque la suerte de mi tierra es mi suerte, su dolor mi dolor, su sangre, la mía, como también la tuya un poco.
Personalmente, ya tú ves…Nunca tuve menos y nunca me ha sobrado tanto. Buena madera de pobre me dio el Señor, bien que ni tú ni yo lo sospecháramos.
Empero pobre o rica, sola o rodeada de calor humano, ligada estoy a mi país, como te dije, y no sabría apartarme de él. Otros lo han hecho y allá ellos. Hablo por mí, naturalmente. También hay gentes con teorías nuevas y dicen que en el mundo no debe haber fronteras, sino un solo sistema de vivir, una sola medida, un solo pensamiento. Tal vez tengan razón, yo no lo sé; confieso que te escribo en una gran confusión de alma. No obstante me parece que con la tierra nuestra nos sucede lo que con esos órganos vitales y entrañables: no nos apercibimos de su existencia hasta que duelen.
La mía duele ahora ¡Y cómo duele! Yo creo que el clamor haya llegado allá donde tú moras rodeado de ángeles próximo a la inefable Presencia. Y entonces no te cuento nada nuevo si te digo que aquella isla niña que una vez traje riendo de la mano, aquella novia de Colón, aquella benjamina bien amada, ya no es niña, ni es novia: es la más desolada de las madres porque tiene que serlo la que ve a sus hijos despedazándose entre sí, cegados por la sangre, por la fiebre del odio, por la ira; es huérfana en los hijos de estos hijos, es viuda en las mujeres que dejaron atrás y manca en el hermano que se amputó a su hermano.
La isla niña ha envejecido siglos en apenas dos lustros: sobre la curva de la espalda lleva una carga de pecados propios que casi pesan más que las desgracias. De nada vale discernir quiénes los cometieron: de todos modos será ella la que lleve la carga.
La isla tiene sed: también el cielo le ha negado el agua. Pero no es la falta de agua, ni la falta de pan si el pan faltase; te aseguro que el ánimo no flaquearía por eso. Es la falta de amor, de caridad, es la ambición de unos y la torpeza de otros y la soberbia, la soberbia de todos.
Yo sé que este dolor no es un dolor nuevo, no es dolor que estrenemos nosotros: sé que en tu propia tierra lo padeciste con los tuyos y aún la memoria de la sal pasada amarga el agua de tus ríos. Sé también que no es este o aquel pedazo del planeta, sino el planeta mismo el que arde en la pira de tantas guerras, persecuciones y mentiras.
Pero eso justamente debe moverte a oír a quien te implora, pues su razón no es la razón de coto adentro. Tú, que te echaste a andar por los caminos de la tierra y sobre ella elegiste el más difícil para llegar a donde estás, vuelve sobre tus pasos: no te detenga lo que antes no te detuvo y aunque sea por sólo una jornada regresa a nuestro dolor de humanos, a nuestras calamidades y miserias.
Vuelve aunque sea a rescatar las almas ya que ese fue tu oficio. Y no te arredre el ver que en este siglo es más difícil cristianizar cristianos que en el tuyo moriscos y judíos.
Estos cristianos de hoy clavan a Dios todos los días en una cruz que nadie vela ya, en donde Dios está solo.
Hay que evangelizar a los que vosotros dabais por evangelizados, San Martín; hay que enseñarles otra vez a rezar el Padre Nuestro.
Tú pensarás que es mucho lo que pido, y yo también lo pienso. El diálogo es posible con salvajes inocentes y crueles; al menos muchas veces es posible. Pero nunca lo es con estos hombres civilizados, llenos de ciencia y de orgullo, llenos hasta de filosofía. No lo es, no lo es con estos hombres, aunque por conseguirlo estuvieses dispuesto, como entonces, a pagar con el precio de tu vida.
Nunca te escucharían porque ellos son siempre los que hablan. Y ciertamente no habrán sino más ponzoñosas las flechas de los indios o las lanzas de los idólatras. Ni más ponzoñosas ni más certeras.
Los pecados de las gentes que fuiste a convertir, eran pecados de ignorancia: los que por esta banda nos dejaste, son ya pecados de sabiduría. Triste es desconocer el divino mensaje, pero más triste es todavía haberlo conocido y olvidarlo.
Ahora no es allá donde tenéis que ir vosotros; es aquí donde tenéis que quedaros. Es aquí, en el mundo civilizado, donde está vuestro puesto, vuestra misión, y si lo quiere Dios, vuestro martirio.
No tengo tras de mí una gran causa que defender, una luz que difundir, no soy valiente como tú, como tus compañeros, como tantos que hubo y hay todavía; el miedo muchas veces se me ha enroscado a la garganta y si no me avergüenzo de decirlo es porque en cierto modo tengo derecho al miedo ya que yo nada sirvo, nada valgo. Pero aún siendo así, aquí me tienes escribiendo una carta…
Que ella alcance gracia a tus ojos y tú la alcances para el mundo. Y si el mundo es muy grande, para Cuba, y Cuba sea al fin tu tierra de gracia.
Bálsamo pido para tus heridas a aquel que puede darlo. Pídelo tú conmigo que hoy es tu día y nada te va a ser negado.
Pídelo hoy, cuando el júbilo de las campanas se extienda a todo lo ancho de tus valles, allá en la noble tierra vasca donde tengo amistad, raíz y nombre.
Pídelo hoy, cuando los tuyos se regocijan de contarte la primera centuria en el coro de los Bienaventurados.
Pídelo, sí, y perdona que en medio de la fiesta alce mi voz quebrada. Pero yo, ¿qué iba a hacer con estas penas, con estas locuras que te escribo, con esta isla que te dejo como una roja flor, como una flor ensangrentada?
Eso tenía que decirte: ahora eres tú quien tiene la palabra.
Queda a tus pies,
Dulce María Loynaz

20 comentarios:

  1. Un escritor no tiene un tiempo y una idea es imperecedora y universal.
    El mal engendra solo mal y se envilecen las almas y los cuerpos y se carece, entonces, de lo primordial que es el amor:
    "Es la falta de amor, de caridad, es la ambición de unos y la torpeza de otros y la soberbia, la soberbia de todos."
    Cuba, que lo ha perdido todo o casi todo debe recuperarse al mundo y para la raza humana a partir de los hijos dignos que aún le quedan.

    ResponderEliminar
  2. Gracias Claudia.
    Esta mención y publicación de esta misiva de nuestra famosa y admirada Dulce Maria Loynaz y del Castillo nos trae reflexión y admiración dada la vigencia, que a pesar de tener más de un siglo de escrita, no deja de aplicar a nuestra realidad de siempre, a nuestra patria adolorida y sangrante como esa flor que ella menciona, que a pesar de ser bella, derrama lo mejor de sus entrañas.
    Aris Arrondo, Sr.

    ResponderEliminar
  3. Y pensar que el anticristo acabo' con todas esas cosas lindas de nuestra patria.
    Convirtio un pais de intelectuales,poetas y artistas en un solar chusma de mediocres escribidores de porqueria comunista.

    ResponderEliminar
  4. Gracias Claudia, me quedo con esta frase:

    "...con la tierra nuestra nos sucede lo que con esos órganos vitales y entrañables: no nos apercibimos de su existencia hasta que duelen."

    ResponderEliminar
  5. Querida Claudia, gracias por compartir este profundo sentimiento, el dolor que embarga tu corazón y el de todos los cubanos, dentro y fuera de la isla. Confía en que hay algo mas que la materia y las ideologías, algo que nos enaltece en cualquier circunstancia: el amor. Ese es nuestro Dios, el que une, el que sana, el que da. Disfutá del amor de tu pareja, de tu familia y de todos los amigos que te apoyamos desde lejanos lugares. Recibí el amor y sembrá amor. Todo va a salir bien! Animo.

    ResponderEliminar
  6. una carta a tiempo¡
    gran pasión¡
    la cuba que muere entre los dedos¡
    saludos¡

    ResponderEliminar
  7. Claudia, honestamente , te digo no conocia a esta
    senora "or " bueno patriota or poetiza, pero la busque en Internet y quede "maravillada" por su ejecutoria en la Isla "AMAZING, GENIAL"
    Gracias Claudia, Me encanta como eres de spiritual,Dios te bendiga.
    Adios, pues no pienzo volver a estar en ningun Blog que hable de Cuba... Prohivido por mi esposo
    que me dice: que "YO" estoy arando en el "OCEANO" y que de ninguna manera "encajo" en la cultura "cubana" ... No obstante... quiero y deseo lo mejor para esa Isla donde nacio mi querido Padre...DIOS :"OS" BENDIGA a TODOS"
    FELIZ DIA DE DAR GRACIAS.
    LUZ CLARITA.

    ResponderEliminar
  8. Luz Clarita,
    Felicidades para su familia y USTED por El Dia de Gracias, y muchas gracias por acordarse de su servidor por Veterans Day.Saludos Luis Cainas

    ResponderEliminar
  9. ?Qué se podía esparar de una dama inmensa que respetó por encima de todo y todos su nobleza de cuna y fe, sin aceptar las prebendas de una clase vulgar, populachera y criminal que le invitaba a subirse en los tanques de la ignominia? En esa hipócrita llamada hacia su figura que nunca fue para reconocerle talentos o estirpe, sino para mostrarla al mundo como un adepto ilustre -véase otro tonto de usar y tirar- a la causa "humilde" de la falsa "Revolución" -que sólo ha sido rebelión oportunista-. A esa señora gigante de las letras y el pensamiento cubanos le fue negado desde su galante negativa todo oxígeno y derecho a la vida normal, y la mantuvieron prácticamente enclaustrada en su mansión de conocimientos y sabiduría -la que no robó a nadie- en la peor de las celdas: la del ostracismo en su propia dimensión. Pero ella, titánica de las ideas, de pluma afilada y noble, con fe en un espíritu existencial, oyente y, a la vez, enaltecedor de sus dolores; supo soportar las inclemencias del tiempo y las sucias intenciones de aquellos trasvestidos en "dioses piadosos", aunque sus ralas barbas denunciacen lo salvaje y diabólico de su instintos y objetivos reales y futuros. Al final, cuando ya casi vencida por la vejez y la soledad, les abrió un poco la puerta de su templo, creyendo en un último milagro. Entonces se apoderaron de su obra, sus tesoros, su palacio de ensueños, aunque no les quedó más remedio que darla a conocer al mundo como una mártil, cuyo altar radica en sus profundos escritos surgidos de tanto dolor, tristeza, desolación, abusos, separaciones de sangre, odios ajenos, disparates masivos; reminicencias de un ayer personalmente glorioso; experimentados, vistos y sufridos desde las claraboyas de su verdadera prisión fecunda. El Lapón Libre.

    ResponderEliminar
  10. Hola Claudia,
    Tienes el don de saber donde encontrar inspiracion. El tema de la carta es universal y seguira vigente despues de los Castro. Que impulso puede conquistar la naturaleza humana? Varios comentaristas propones que es el amor. Es mas fuerte el amor que el orgullo? Es mas fuerte la compasion que el deseo de aceptacion social? Son preguntas muy dificiles de responder en la vida real de cada dia. De lo que debemos estar seguros en este momento de la realidad cubana, es que no le corresponde a un solo hombre y a su hermano decidir por los demas.
    Saludos, Javier

    ResponderEliminar
  11. Saavedra saco las mandarrias y trituraron los discos de los Aldeanos.

    http://www.youtube.com/watch?v=F4q0w2RNsX0&feature=player_embedded

    ResponderEliminar
  12. Dulce Maria se dirigia a Martin Loynaz de la Ascension, nacido Espanol, misionero Franciscano, Martir, crucificado en Nagasaki, en 1597, beatificado y posteriormente, canonizado. Fue a El, a quien escribio nuestra Loynaz, en plegaria por nuestra Tierra, que se la presenta como la mas desolada de las madres, como una roja flor, una flor ensangrentada, pidiendo evangelizar a los supuestos evangelizados, cristianizar a los que debian estar cristianizados, clamando por la falta de amor, de caridad, senalando la ambicion de unos, la torpeza de otros y la soberbia de todos, le advierte de la dificultad del dialogo con estos hombres civilizados, llenos de ciencia, de orgullo y hasta de filosofia, que nunca lo escucharan porque "ellos" son siempre los que hablan. Una vez lo dicho, lo conmina a que El sera quien ahora tiene la palabra.

    Sin embargo, en mi humilde opinion, creo que en la inspiracion, en la sabiduria de las eternas palabras escritas, en el talento demostrado estuvieron los dos Loynaz. El milagro para la reflexion esta ahora en nosotros, en la responsabilidad de difundir el mensaje una y otra vez, ahora y por siempre, hacer entender que el hombre merece la espiritualidad, que esta hecho a semejanza del humano, que la batalla por las ideas o por el odio no es la opcion para el desarrollo, sino el amor, la tolerancia, la inclusion, la esperanza, la multiplicidad de la variedad, la democracia y la diplomacia con la que resolvamos nuestras diferencias, esos son nuestros derechos y los gobernantes de este noble Pueblo tienen el deber de respetar y cumplir con ellos.

    ResponderEliminar
  13. ¿La Habana mayo 9 de 1962?
    ¿escuchan los santos?
    Aveces pienso que quizas lo hagan, lo que no se es a quienes.

    ResponderEliminar
  14. Espero que con esto tan bello no lo hechen a perder con las mals palabras y las idioteces con que han mancillado este blog.Precioso Claudia.

    ResponderEliminar
  15. Con esa misma carta,el dictador de cuba prendio un tabaco y despues se limpio las nalgas.

    ResponderEliminar
  16. He recibido este video ahora mismo de un amigo y recordé la publicación de Claudia.

    http://www.youtube.com/watch?v=bxGFPuPZ9p0&feature=player_embedded

    ResponderEliminar
  17. Gracias Claudia por el aporte y por poder disfrutar y emocionarme por esa fuerte y humilde peticion de amor de esa "viejita" elocuente, modernista y cubana.

    Carta escrita en medio del fervor de las manadas ... es bueno recordar que aun en tiempos de barbarie hay quienes humildemente dejan su huella de amor.

    ResponderEliminar
  18. Simplemente excelente, solo Dulce Maria podia esribir asi y claro sus palabras duelen por que el martirio del 62, sigue siendo martirio en el 2010 y ahora ya no queda nada de la patria

    ResponderEliminar
  19. Al contrario queda mucha patria y mucho porque luchar, gracias Dulce María, demasiado viva para un altar, estás ahí, eres eterna para suerte de los cubanos, para recordarnos lo que tenemos recordar.

    ResponderEliminar