Enterrados en la arena

No puedo, a veces, desprenderme de la idea de estar inmóvil en el medio del tiempo. Una sensación parecida a la que de niña sentía cuando mi papá jugaba a enterrarme en la arena, no podía resistirlo por más de unos segundos. El concepto de libertad absoluta es una ilusión, sin embargo, no es una ilusión nuestra capacidad para medir y comprender que no es lo mismo estar enterrado en la arena sin poder moverse que estar de pie frente al mar mirando hacia el lejano horizonte, tan lejano que casi pierde sentido llamarle límite.

En mi país, mientras los pensamientos estén bien calentitos debajo de la arena, uno puede sentirse seguro de no estar literalmente encerrado entre rejas; sin embargo, cuando decidimos poner nuestras ideas en una botella vacía y lanzarlas al mar, rumbo al lejano horizonte, nuestro cuerpo corre el riesgo de renunciar por tiempo indefinido a un baño en la orilla.

Los amigos me hablan de cambios, recibo correos que dicen falta poco y un botero me comenta, estúpidamente optimista, que están arreglando las calles (después, ante mi apatía y mi pesimismo, me confesó que estaba en el programa para refugiados políticos, y de paso, me aconsejó por alguna extraña razón que me metiera yo también). Miro a mi alrededor y veo una expectativa de la que yo no siento el más mínimo roce: la verdad es que no tengo Fe, no creo en estos cambios, no lo puedo evitar.

Más de 200 personas están en cárceles por pensar diferente desde hace seis años, el noticiero es un vomitivo de mentiras, el Granma es un chiste de mal gusto, seguimos con los mismos problemas, con la misma falta de libertad de siempre, con el mismo partido, con las mismas organizaciones de masas, con la misma política y con la misma ideología. Lo siento, pero la verdad es que no veo venir nada nuevo con unos ministros de más y unos de menos, un hermano menor arriba, y un hermano mayor abajo.

Quisiera poder decir que el único responsable de esta situación es Fidel Castro, pero no puedo. Recuerdo cuando renunció a su poder, en el entretiempo antes que Raúl tomara el mando, que Randy Alonso decía en la Mesa Redonda todo el tiempo: “La dirección de la Revolución” se ha encargado de esto, “La Dirección de la Revolución” ha decidido lo otro, y yo me preguntaba medio en chiste medio en serio, bajo qué nuevo concepto abstracto se nos estaba gobernando.
No me interesa si el modelo es chino, ruso o marciano: a estas alturas sólo puedo pensar, y espero realmente estar equivocada, que hasta que toda “La Dirección de la Revolución” deje de estar en el poder, no cambiarán demasiado las cosas para nosotros los de acá abajo.